Invitado de 'El Hormiguero'

Pablo López, del éxito a la ruina y vuelta a empezar

El cantante ha acariciado los infiernos y sabe lo que es triunfar. Esa dualidad le hace mantener los pies sobre la tierra. Su capítulo más oscuro

Pablo López
Pablo LópezGtres

Pablo López sabe cómo acariciar el alma de sus fans a través de su música. Sus canciones han sido tarareadas por miles de personas a lo largo de los años y ya tiene alguna que son considerados auténticos himnos. Sin embargo, el artista mantiene los pies firmes sobre la tierra, pues ya ha conocido los infiernos. Conoce lo que es acariciar el éxito con las yemas de los dedos, para después caer en desgracia. De la ruina remontó hasta reconstruirse a sí mismo, lo que este jueves le lleva a cerrar el cartel de invitados de la semana de ‘El Hormiguero’. El cantante tiene un nuevo tema entre manos, ‘La Función’, y quiere enseñárselo a Pablo Motos y su audiencia. Pero, además, es un momento especial, pues coincide que se cumplen 10 años desde que trabaja en la música, lo que dará paso a una gira, ‘Concierto 360 grados. Un piano, una voz’.

PABLO LOPEZ LA VOZ
PABLO LOPEZ LA VOZ Luis DíazLa Razón

A Pablo López se le abrió un mundo de oportunidades cuando entró a formar parte del elenco de estrellas de la octava edición de ‘Operación Triunfo’. Quedó segundo y se ganó la simpatía del público, que acogió muy bien sus inicios a sus 24 años. Ya había probado suerte en el mundo de la música mucho antes, pues desde los 8 años persigue su sueño presentándose a concursos de talentos, mientras se formaba para llegar a lo más alto. Incluso compartió durante una época su talento con el piano y su portentosa voz cantando en el metro de Londres, aunque no conseguía que sus aspiraciones se materializasen. Así tuvo que ir planteándose un plan alternativo a triunfar sobre los escenarios, cursando periodismo. No le hizo falta echar mano a estos estudios, pues al entrar al programa que tantos artistas ha visto nacer, su vida cambió de la noche a la mañana.

Así, tras salir de la academia, lanzó un disco que gozó de muy buena crítica. Lo mismo sucedió con el segundo, con el que fidelizó a muchos fans, que estaban ansiosos por escuchar más y más de él. Así fue perpetuando su presencia en los escenarios con cinco álbumes ya en el mercado. Pero todo peligró cuando quiso apostar por un bar de copas junto a su hermano, el cual casi termina arruinándoles: “Lo teníamos lleno siempre. Había 80 o 90 personas y era una ruina absoluta”, le confesó en una anterior visita a Pablo Motos. Las quejas de los vecinos fueron un quebradero añadido: “Cuando te llama el vecino adyacente al bar un día que está cerrado, estás en tu casa, y te dice ‘por favor, ¿no podéis bajar la música ya?’. Fíjate tú el por saco que estaríamos dando que creían que nos escuchaban. Me di cuenta de que me tenía que dedicar a lo único que yo creía que iba a poder hacer, que es hacer canciones”. Así ha escrito temas para grandes como Raphael, Malú, Antonio Orozco o Antonio José, además de las suyas propias que con tanto sentimiento interpreta.

Pablo López
Pablo LópezGtres

Pero, como recordaba, Pablo López casi termina arruinado por esta aventura empresarial con su hermano. No fue una buena idea, aunque no duda que se lo pasó en grande. Ahí estaba el problema: “De lo bien que lo pasamos, se convirtió en una catástrofe. Nos cortaron la luz, el agua… ahora me río, pero estábamos llorando de verdad. Teníamos una deuda tremenda, pero yo creo que fue el máster más barato que he pagado en mi vida”, relativizaba ahora que había pasado el tiempo, tras aprender la lección. Ahora se siente pleno, al haber alcanzado sus metas, además de haber llegado mucho más allá de lo que se propuso: “He llegado a pensar que no se puede soñar tanto como para lo que estoy viviendo. A veces abruma muchísimo. Como dice la canción, yo me conformaría con la mitad. Pero bueno, queda mucho por vivir todavía. Agradecido a la vida, a la música, sobre todo, y a la gente que viene a verme a los conciertos, que es lo más bonito”, reconocía a ’20 minutos’, donde añadía que “Lo que más cuesta es tener la cabeza en el suelo para poder seguir haciendo cosas”.