Elecciones generales

Una fuerte renovación en las listas del Partido Popular

Rajoy ultima grandes cambios de cara a las generales, para las que ya ha empezado la preparación

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, atiende ayer a los periodistas en los pasillos del Congreso
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, atiende ayer a los periodistas en los pasillos del Congresolarazon

Rajoy ultima grandes cambios de cara a las generales, para las que ya ha empezado la preparación. En la lista por Madrid han saltado ya muchos nombres por lo que hay margen de maniobra.

Las elecciones catalanas cierran una etapa, y la dirección del Partido Popular ha empezado a dirigir todos sus recursos a la campaña de las generales. De hecho, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha activado ya los trabajos de elaboración de las candidaturas para estas difíciles elecciones. Del primer cribado, de la tarea de revisar la situación circunscripción por circunscripción, y de resolver los problemas más sencillos está encargada la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal.

En esta ocasión, las listas presentan bastantes dificultades porque se les junta la necesidad de colocar a cargos territoriales que se han quedado en el «paro» tras los comicios autonómicos y municipales del pasado mes de mayo con el hecho de que el actual grupo parlamentario se verá notablemente recortado. El PP se lo juega todo a conseguir una mayoría simple que le permita seguir gobernando con apoyos, pero tiene asumido que no dispone de margen para mantener la mayoría absoluta que ahora ostenta. Todos los sondeos publicados hasta el momento coinciden en ese punto.

Las listas incluirán una fuerte renovación, que se dejará sentir, especialmente, en la candidatura que encabezará Mariano Rajoy por Madrid. En el PP dan por hecho, mayoritariamente, que la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, seguirá siendo su «número dos». Es «casi imposible» que no sea así –sostienen en la nueva dirección del partido– «por grandes que sean las presiones desde el entorno de la secretaria general». En la lista por la capital han saltado ya muchos nombres de los puestos de salida que dejan amplio campo de maniobra a Rajoy. Están fuera Alberto Ruiz-Gallardón, Miguel Arias Cañete, Ignacio Astarloa, Francisco José Villar (fallecido) o Cristina Cifuentes, por ejemplo.

En la dirección popular confían en la continuidad de Carlos Aragonés, hombre de José María Aznar a quien Rajoy fichó en su primera andadura como presidente nacional del PP, pero a quien enseguida apartó de su corte de colaboradores estrechos. Muchas más dudas existen sobre Cayetana Álvarez de Toledo. Si Rajoy la mantiene no será por confianza en ella, sino por evitar líos internos por lo que representa como persona próxima al ex presidente del Gobierno. En el PP sí dan por seguro que en esta lista continuará estando la ex ministra Ana Mato, y entre las posibles incorporaciones se especula ya con el nombre de Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación del partido, y de algún dirigente alavés o algún catalán –«la lista por Barcelona está muy apretada», advierten en Génova.

Rajoy también tiene que hacer hueco a altos cargos como el ministro de Justicia, Rafael Catalá, que es de Madrid. Y en este primer barrido, la impresión en las filas populares es que el encaje del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, podría hacerse por Alicante, o Valencia, aunque ven más viable la primera opción. Y que la titular de Agricultura, Isabel García Tejerina, puede ir por Valladolid. Al ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, le encajan, sin embargo, en la lista de Madrid.

Pero aquí no acaba el problema, ya que detrás hay muchos otros dirigentes nacionales y territoriales empujando para conseguir un sitio en las listas, a poder ser con escaño asegurado en las nuevas Cortes que salgan de las elecciones de diciembre. Otros, como los ministros de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, y de Defensa, Pedro Morenés, es previsible que se lo pongan más fácil al presidente y opten por mantener el estatus de independientes.

Esta renovación en la lista que encabezará Rajoy por Madrid tendrá su continuidad en el ámbito territorial, aunque ahí el horizonte está mucho menos claro. Este verano, por ejemplo, ya hubo un amago de la nueva dirección del PP andaluz para apartar a veteranos de la organización regional que han quedado descolocados tras las autonómicas y municipales, pero se revolvieron de tal manera que, por ahora, el pulso ha quedado en tablas.

Además de las candidaturas, en la dirección popular han puesto el acelerador en la elaboración del programa de las generales. Para ello han empezado las reuniones con sectores sociales para filtrar propuestas que les permitan corregir la factura por ese flanco que les ha pasado la gestión de estos últimos cuatro años. En las filas populares son conscientes de que tienen un problema de conexión con la sociedad, que se les ha percibido faltos de sensibilidad social en algunas cuestiones y que la crisis, y los casos de corrupción que han afectado a sus siglas, les han hecho incluso antipáticos entre determinados colectivos. Ésta es, precisamente, una de las principales ventajas de Ciudadanos con respecto al PP, que su mochila está vacía porque no han gobernado, y así lo admiten en el partido del Gobierno. No obstante, en Génova sostienen que ellos van a seguir a «su libro», con las correcciones en comunicación y en discurso social que ya habían introducido tras el mal resultado que obtuvieron en las elecciones autonómicas y municipales. Pero sin hacer otros cambios radicales después de las catalanas porque entienden que ese resultado electoral no es proyectable a nivel nacional, y tampoco, en consecuencia, el ascenso de Albert Rivera.

El riesgo que representa Ciudadanos está ahí, pero este partido ya estaba en las discusiones de estrategia preelectoral del PP con carácter previo a las catalanas. Y el eje central de su estrategia sigue siendo el mismo: reactivar, tras la resaca catalana, el discurso económico, apoyándose en los datos que de aquí a diciembre «continuarán confirmando la recuperación de la economía y sus repercusiones en el bolsillo del ciudadano».

Una vez analizado el mal resultado de las elecciones catalanas, el presidente del Gobierno sigue creyendo que el mensaje económico es su principal fortaleza para mantener La Moncloa. Aunque no aparcará el discurso territorial.

En cuanto a la fecha de las elecciones, en el Ejecutivo se trabaja con la hipótesis de que la cita sea finalmente el 13 de diciembre, aunque falta la luz verde de Mariano Rajoy.