España
Una puerta de salida
S e puede evitar la realidad, pero no se puede evitar las consecuencias de evitar la realidad» (Ayn Rand).
Detrás de cada decisión política hay una historia, y de hecho en muchas ocasiones esa historia no es desvelada hasta pasado el tiempo. Pero comparecencias como la de ayer del presidente del Gobierno permiten, al menos, poder intuir lo que está por venir.
A juzgar por el ritmo de crecimiento del PIB, la tasa de desempleo y otros indicadores, la situación de la economía española es más débil al finalizar 2012 que hace un año, una observación que no por cierta puede servir para solapar los progresos del último año, especialmente en las políticas de reforma estructural, avances que son particularmente dignos de mención, y que servirán, como ayer apuntó Mariano Rajoy, de base para la evolución económica futura, comenzando en 2013. Por paradójico que pueda parecer, ya que la situación de Europa, y muy en particular de España, se asocia a la idea de crisis, los principales avances se han hecho precisamente en España. La economía real se encuentra, sin duda, mucho más débil que hace un año, pero al mismo tiempo la situación financiera se ha estabilizado. La mayor parte del mérito se lo debemos a que se ha restablecido el orden en los mercados y evitado un cataclismo, tanto en el sector bancario como en los mercados de deuda. Ello como consecuencia de un intenso ritmo de reformas y el impulso a una mayor integración europea, muy especialmente desde España, que ha permitido el respaldo, de momento dialéctico, del Banco Central Europeo.
Si tuviéramos que definir el estado de la economía española, la expresión latina «post mortem» sería una de las más pertinentes. Está comenzando lentamente, muy lentamente, a configurarse un nuevo marco para la salida de la crisis, con nuevos instrumentos financieros, nuevas reglas de juego y, en el largo plazo, una nueva etapa de crecimiento.
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