Convención del PP

Víctimas, vascos y del PP

La convención del PP en Valladolid es el escenario del firme compromiso del partido con los afectados por el terrorismo

Fotomontaje: Borja Semper junto a Mari Mar Blanco. Iñaki Oyarzabal junto a Pilar Elías. Arantza Quiroga junto a Manuel Giménez
Fotomontaje: Borja Semper junto a Mari Mar Blanco. Iñaki Oyarzabal junto a Pilar Elías. Arantza Quiroga junto a Manuel Giménezlarazon

La convención de los populares en Valladolid resalta el firme compromiso del partido contra ETA.

España entera vivía pendiente de un reloj que marcaba en cada tic tac el latido de una agonía. Fueron las 48 horas que pararon el tiempo, las horas más largas que cambiaron el miedo. Miguel Ángel Blanco, el joven concejal del PP de Ermua militaba en unas siglas, las del PP, en un pueblo, el vasco, por la libertad. En esas largas horas del chantaje donde la banda terrorista fijó la sentencia de muerte a plazos, Borja Sémper, hoy portavoz del PP vasco, las pasó en el suelo del Ayuntamiento de Ermua encerrado con un grupo de jóvenes en una vigilia, esperando que el reloj no marcara la hora. Dos años antes, con 17 años, había dado un paso decidido frente al yugo de ETA atravesando la puerta de la sede del PP de San Sebastián para afiliarse. Allí estaba Gregorio Ordóñez. Meses antes de que le asesinaran había invitado a Sémper a integrar las listas municipales. Al igual que Miguel Ángel, se convirtió en un joven concejal vasco y «a partir de ahí empezó a machacarme la borrokada». Sin ninguna tradición política en su casa, se negaba a aceptar que una banda mafiosa «me impidiera decir lo que pensábamos a los que no nos sentíamos nacionalistas, porque si no eras de ellos no eras un vasco auténtico y para mí era algo inaceptable», cuenta.

Empezó a plantar cara a los abertzales, a decirles lo que nadie les decía y se convirtió en el blanco de sus iras. Entonces llegaron las pintadas con la diana, las amenazas telefónicas a altas horas de la madrugada, el drama en la familia del joven popular vasco. «¡Imagina cómo es el momento cuando mis padres se enteran de que quieren asesinar a su hijo de 19 años!». Su vida cambia a las puertas de un cine al que fue con sus amigos, con una llamada de teléfono de un guardia civil: «¿tú haces esto para ir a la Universidad?», le pregunta. – «Sí;» «¿Vas con unas compañeras que te llevan?» –Sí. «Entonces te has librado, iban a matarte»... Ese día el teléfono se le congeló, ni recuerda la película. «Iba con escolta, ligaba poco, pero con escolta, y trataba de hacer la vida de un joven normal. ETA no ha conseguido asesinarme ni amargarme la vida, pero sí ha condicionado mi juventud». «Yo la condicioné a luchar contra ETA, pero lo doy por bien empleado» porque la banda terrorista ha dejado de asesinar, está en un proceso de descomposición progresiva y no ha conseguido la independencia del País Vasco», indica. ETA fijó su objetivo en él hasta en tres ocasiones, la segunda con un coche bomba en la puerta de su casa, aunque al no tener asegurada su huída cancelaron la operación.

El desencuentro entre algunas víctimas del terrorismo con los dirigentes del PP vasco ha elevado el tono a reproches demasiado duros para los que dan la cara cada día por esa libertad. Posturas enfrentadas, palabras en carne viva o arañadas por el dolor enfrentan a las mismos que siempre defendieron lo mismo. «Con nuestro ejemplo de presente y futuro demostramos que nuestro compromiso a prueba de bombas está demostrado y me rebelo ante cualquiera que quiera decir que el PP no está contra ETA y en la defensa de la libertad». Sabe que Bildu y Sortu no han cambiado su rostro, que son las mismas marcas, que tienen el mismo disfraz, ésos que señalaron en la lista de muerte al joven concejal de Ermua. «Que hoy sean legales no quiere decir que sean demócratas. Lo que importa es que les vamos ganando». «No hay ni una sola decisión del PP que no haya estado motivada por los jueces, por la separación de poderes, por el Estado de derecho». «Conseguimos que ETA dejara de matar, conseguiremos que se disuelva, que entregue las armas y que Bildu, aunque sea forzadamente pase por el aro de la democracia».

Fue en 1980 cuando el sonido de las pistolas resonó en los cristales de Ramón Baglietto, militante de UCD, regente de una tienda de muebles en Azcoitia. El niño que un día había rescatado de ser atropellado le asesinó en nombre de ETA cuando conducía su automóvil. Fueron esas siglas en las que militaba Baglietto las primeras a las que se asomó un joven Iñaki Oyarzábal. Eran los años de plomo, los de la metralla que se empotraba en la vida de los vascos casi a diario, en los que Oyarzabal se llevó su primer «guantazo» por lucir una pulsera de la bandera española en su muñeca. «Ese día me dije, la tendré que llevar la bandera más grande y esta vez en la carpeta». Le marcó el insulto directo a los ministros de UCD que asistían a los funerales de sus compañeros. «Había gente que en vez de gritar contra ETA gritaba contra los ministros y les llamaban culpables, asesinos, traidores. ¡A los ministros de un partido que ETA asesinaba!, un partido que daba la cara». Las últimas concentraciones contra el PP, los últimos insultos le han recordado esta misma secuencia... «Nos han insultado de la misma manera». «Me rebelé ante la especie de ley del silencio en el que decir que eras del PP estaba mal visto». Al lado de su casa, habían asesinado al jefe de la policía, su mejor amigo de clase se marchaba a vivir a Madrid porque su padre estaba amenazado y su vecino hacía la mudanza vencido por el yugo etarra.

El secretario general del PP, es uno de los que más insultos directos ha recibido hasta el punto de tacharle de «filoterrorista», pero él ha sentido también el aliento de los terroristas en su nuca. Encontraron su nombre en los papeles de diversos pisos francos con seguimientos que habían realizado de él y su familia. «Tuve algunos momentos de mucha tensión porque pensábamos que venían a mi casa».

Mientras, la viuda de Ramón Baglietto tenía que encontrarse cara a cara con el asesino de su marido, cristalero de una tienda debajo de su casa, Oyarzabal se encaraba en los plenos a los defensores de ETA. «Es injusto que traten de poner en entredicho nuestro compromiso. Nos llamaron héroes hasta 2008, a partir de entonces se nos puso en cuestión».

Siempre ha estado en el País Vasco, participó en la refundación del PP, se involucró en las juventudes democristianas con Jaime Mayor Oreja de quien aprendió que era fundamental «unir al centro, a la derecha y a los distintos partidos y sensibilidades en un gran proyecto». Vivió el valor de conformar el proyecto que defendiera los principios en los que creía por España. Secretario general del PP de Álava en la etapa de María San Gil y con Antonio Basagoiti, ahora con Arantxa Quiroga. «Me sentí enormemente comprometido con el PP de Mayor y lamento profundamente que se haya dado crédito a los que han tratado de tirar por la borda ese crédito moral que teníamos todos».

Dice que su discurso no ha cambiado, su fondo tampoco, ni sus recuerdos acompasados con la historia de un País Vasco que navega entre el odio y la falta de libertad, la amenaza encubierta y directa, la sentencia de muerte, y la batalla del relato que la izquierda abertzale quiere imponer como si no tuvieran memoria. «Cada uno tenemos nuestra manera de defender las cosas y una manera de expresarlo. Seguramente hemos cometido equivocaciones y necesitamos la comprensión de los demás. Pero si estamos dispuestos a dar la cara en una sociedad tan complicada, y te sacrificas en unas siglas tan determinadas, necesitamos sentir el aliento del conjunto de los españoles». «Estamos defendiendo la idea de España en el País Vasco, esa España constitucional por la que nos han matado y asesinado. La seguimos defendiendo nosotros, especialmente nosotros los que nunca hemos traicionado a nuestros compañeros, los que siempre hemos defendido las mismas cosas; no sé si de otra manera, no sé si con otro tono, quizá de manera inocente tendiendo la mano para tratar de convencer a otros de que éste era un partido que quería mirar al futuro, pero siempre desde la firmeza, porque sabemos quienes son y quienes miraron para otro lado. Estamos aquí aunque hayan mirado para otro lado». Éste es el nuevo PP vasco, el de antes, el de ahora, el de siempre. El que sigue encarando a los vergudos, el de aquellos jóvenes que sacrificados por la libertad. Quienes miraban a su espalda, debajo del coche o programaban sus salidas sin convirtiendo un café para dos en seis. «Siempre estaremos con las víctimas porque somos parte de ellos».

Cuando en 2001, Manuel Giménez Abad era asesinado por ETA, una joven Arantza Quiroga repetía como parlamentaria en la cámara vasca e integraba la comisión de mujer y juventud. Manuel, hijo del que fue presidente de Aragón se quedaba sin padre, Quiroga seguía dando la cara por los ideales que defendía el PP de Giménez Abad. «Me afilié muy joven porque tenía una vocación política clara. Meterse en el PP vasco no sólo es política al uso sino que además te estás metiendo en defender la libertad». «Siempre pudieron más las ganas que tenía de hacer algo por la sociedad». Fue el asesinato por parte de ETA de José Luis Caso lo que le llevó a afianzar su compromiso con el partido: «Cuando vi a mi compañero asesinado en el suelo, con un tiro en la nunca, sentí muchísimo miedo, quería salir corriendo y pensé que esa muerte no podía ser en vano». «Ese día me di cuenta de que mi compromiso era para siempre».

Todos sus compañeros han tenido que vivir escoltados y se han sentido amenazados. «Todos y cada uno de mis compañeros hemos sentido eso de decir nos van a matar». «Tener que decir si estamos con las víctimas es terrible. Hemos luchado contra ETA y hemos sentido a cada una de las víctima, forma parte de nuestro ADN».

El PP vasco da la cara, seguirá rubricando aquellos principios por los que «Goyo», Miguel Ángel, Caso o Giménez Abad dieron su vida; porque «pudimos ser nosotros», porque son ellos.

Borja Semper.

Portavoz del PP en el Parlamento Vasco

«Mi hijo nació con un escolta en la puerta del hospital»

«Ahora tiene ocho años, pero mi hijo nació con un escolta en la puerta del hospital, en la habitación en la que pasaba los días después de haber nacido. Esto no me hace mejor ni peor que otros. Esto me permite demostrar que el compromiso es inquebrantable contra ETA y en defensa de la libertad. Lo era antes, lo es mañana y será antes. Nunca voy a rebatir a una víctima nada. Ni a las que son críticas con el PP ni a las que no lo son porque tienen todo el derecho a decir lo que les dé la gana porque bastante han dado ya por la libertad en España».

Marimar Blanco:El terrible asesinato de su hermano Miguel Ángel conmocionó a España

Iñaki Oyarzabal

Secretario General del PP vasco

«Recuerdo las bombas que se ponían en mi ciudad»

«Recuerdo cuando asesinaron a Austran, las bombas que se ponían en mi ciudad. Me acuerdo de mis vecinos que en 24 horas se tuvieron que marchar, de mi íntimo amigo en EGB que su padre se tuvo que marchar y me dijo que ése era el último curso que pasaba conmigo. ¡Cómo vamos a olvidar lo que hemos vivido! El Partido Popular está con las víctimas, estuvo y estará, porque somos parte de ellos. Hemos sido perseguidos, hemos estado amenazados y podríamos haber sido cualquiera de nuestros compañeros».

Pilar Elías: Viuda de Ramón Baglietto, asesinado en su coche en 1980

Arantza Quiroga

Presidenta del PP vasco

«Meterse en el PP vasco es meterse a defender la libertad»

«Me afilié muy joven porque tenía una vocación política clara. Meterse en el Partido Popular vasco no sólo es política al uso sino que además te estás metiendo en defender la libertad. Siempre pudieron más las ganas que tenía de hacer algo por la sociedad. Cuando vi a mi compañero José Luis Caso asesinado en el suelo, con un tiro en la nunca, sentí muchísimo miedo, quería salir corriendo y pensé que esa muerte no podía ser en vano. Ese día me di cuenta de que mi compromiso era para siempre».

Manuel Giménez: Hijo del senador del Partido Popular asesinado en 2001