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El tour de La Manada que nunca existió

Opinión

Imagen de la web "Tour de la Manada", cuyo autor ha sido condenado ahora a año y medio de prisión
Imagen de la web "Tour de la Manada", cuyo autor ha sido condenado ahora a año y medio de prisiónlarazon

Así es. El tour de La Manada jamás se realizó, jamás existió. Pero parece que eso da igual. El viejo y cínico dicho periodístico “nunca dejes que la realidad te estropee una buena historia” ha sido llevado aquí hasta las últimas consecuencias: las judiciales.

Supongo que a estas alturas ya todos conocéis la versión oficial y mediática de la historia: Un “desalmado oportunista” aprovechó todo el tirón mediático del caso de La Manada y abrió una página web en la que ofrecía un tour turístico por Pamplona, recorriendo los lugares de los hechos y obsequiando, incluso, con calcomanías con el tatuaje del prenda. Ánimo de lucro y un curioso y macabro sentido del humor, doble combo. Al “energúmeno” lo han condenado a 18 meses de prisión y el pago de 15000 euros. No aplaudáis todavía.

Ahora la realidad. Esa que os va a estropear una buena historia de buenos y malos, con lo incómodo que es eso, y os va a llevar al lugar oscuro y fastidioso de nuestra mente que nos hace replantearnos nuestros prejuicios, si los buenos son tan buenos, los malos tan malos, las cosas son siempre lo que parecen o son lo que quieren que nos parezcan. Bienvenidos al tour de la ingnonimia. Abróchense los cinturones, procuren no sacar las extremidades del habitáculo y disfruten (es un decir) de la experiencia.

Lo cierto aquí es que Homo Velamine es un colectivo que se denomina ultrarracionalista y que, entre otras cosas, trabaja con el concepto de “desinformación” y “fake news”. Lo hacen, además, mediante acciones o actos ultrarracionales llevados a cabo para reflexionar sobre el concepto, provocándolo, desde la práctica tras la teoría. Trasladan esa reflexión, académica y filosófica, y ese conocimiento del hecho a la realidad y, estimulando el caldo de cultivo que podría provocarlo de manera espontánea, lo provocan ellos, para observarlo y, finalmente, señalarlo. Homo Velamine bebe de las raíces del situacionismo, recogen el guante de sus manifestaciones y propuestas y lo adaptan a este momento nuestro. ¿Qué podría salir mal? Casi todo, por lo visto.

En este caso, tras días y días de continua sobreinformación sobre el caso, en un uso despiadado del dolor y el morbo por parte de los medios y, con la sentencia a punto de salir, el colectivo lanza el bulo de una falsa web en la que se ofertaba un falso tour. Atentos a todo eso, a la palabra “falso”. Todo era falso. Era, nuevamente, una acción ultrarracionalista que, para que sea efectiva, necesita simular ser real. Durante dos días estuvo disponible. Al tercer día se añade a la página un artículo en el que se explica exactamente el propósito de la web, y en la propia página del colectivo, con una trayectoria sobre este tema a sus espaldas, se enlaza el artículo sin mencionar su autoría. Exactamente igual que en otros casos. Demasiado tarde. Impacto mediático, declaraciones del alcalde de Pamplona y de la policía al respecto en RRSS, los medios haciéndose eco de la noticia. Haciéndose eco escandalizados y perplejos ante un contenido que no era más que el reflejo exacto, la réplica precisa, de lo que ellos habían estado haciendo durante meses. Solo que Homo Velamine había cambiado, muy acertadamente, el epígafre y a lo que los primeros llamaban “información”, ellos llamaron “tour”. Señalaron al emperador desnudo. Y el emperador les devoró.

Les devoró porque el desmentido pasó desapercibido, curiosamente. Porque nadie se hizo eco de él. Y porque la abogada de la víctima les denunció. La víctima denunciando a una web que claramente lo que hace es denunciar a su vez la cobertura amarillista que se hizo de su caso, la innecesaria sobreinformación, el exceso de detalles facilitados, el modo de hacerlo. En lugar de denunciar a aquellos que mercadearon con su dolor decide denunciar a los que señalan ese hecho. Tengo mi propia teoría al respecto, pero entended que no la diga aquí y ahora. Me gustaría pasar las navidades con mi familia y no protegiendo mi estupendo trasero en los baños de un calabozo (respetad también mi particular idea de cómo es ser detenido en este país hoy en día, soy una romántica muy cinematográfica en mis fantasías y no necesito conocer esa realidad).

A lo que íbamos. Que gracias a todo este guirigay mediático, a estos intereses por mantener viva a la gallina de los huevos de oro (casos como el de Julen, como el de la profesora de Huelva y este mismo han sido más que rentables para los mass media), hay hoy una persona que, a espera de sentencia firme y en contra incluso del escrito de la fiscalía al respecto que pedía su absolución, se enfrenta a una condena de 18 meses de cárcel y 15.000 euros de multa. Por algo que nunca ocurrió y que todo el mundo sabe que no ocurrió. Excepto aquellos que se quedan en el titular y repiten como cotorras cualquier entradilla vistosa que se ponga en su camino, claro. Es decir, menos tú.

Así pues, Homo Velamine ha conseguido con creces lo que pretendía: demostrar que, como decía Guy Debod, “todo se ha convertido en una mera representación, una acumulación de espectáculos, que no son un conjunto de imágenes sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes”. Lo que no está tan claro es que vayan a conseguir que se entere de eso la gran mayoría. Y si no lo logran, amigos, seguiremos bailando al son que nos marquen las Ana Rosas de turno. Nos indignaremos por aquello que nos señalen, lloraremos por una víctimas mucho y no tanto por otras, buscaremos a unos desaparecidos mientras otros se desvanecen. Elegirán por nosotros, en definitiva, qué nos gusta, qué nos repele, qué nos preocupa, qué es importante y qué no lo es.

“Estoy abrumado” me contaba por teléfono Anónimo García, miembro de Homo Velamine, cuando hablamos por teléfono justo después de conocerse la sentencia. No entendía como se podía haber llegado a eso y cómo, con toda la información veraz y real al alcance de cualquiera, se sigue teniendo la percepción de que aquello ocurrió. De que hubo un ánimo de lucro ajeno a toda piedad, en el peor de los casos, o una broma estúpida y cruel, en el mejor. Pero ni rastro de la más mínima intención de entender e informar sobre lo que realmente ocurrió.

Decía al principio que el tour de La Manada nunca existió, pero no es cierto. Sí existió. Lo explicaron paso por paso en cada programa de televisión, fue replicado en planitos e infografías en los grandes medios, incluso los que no tenemos televisión sabíamos cada paso que había dado la víctima, dónde se había detenido, dónde estaba el coche o el hotel. Conocíamos nombres de calles de Pamplona incluso los que jamás hemos estado allí. Sí hubo tours de La Manada, pero no el de Homo Velamine. Si alguien tenía que sentarse en un banquillo por algo así, hemos sentado al tipo equivocado.

Aún así, nosotros a lo nuestro. ¡Qué nos gusta un buen drama, una víctima vilipendiada que nos haga sentir bien con nuestra empatía y compasión a tope y un villano al que odiar! Para compensar. Solidaridad random a golpe de clíquiti.

Y, además, es navidad.

¿Sabíais que Notre Dame este año no dará misa de Navidad por primera vez en 200 años? ¿Y que el Belén más grande de España está en Xativa? Pues sí. Y el árbol de navidad más caro del mundo, en Estepona. Ahora ya lo sabéis.

Si no nos vemos antes, Felices Fiestas. Y pensad en esto.