Familia

La obesidad, el factor de riesgo del Covid-19 contra el que podemos luchar

Se determinó que la obesidad es un factor de riesgo independientemente de la edad, la diabetes y la hipertensión.

El 98% de los profesionales que tratan personas con obesidad opinan que la pandemia y el confinamiento han repercutido negativamente sobre el control de esta enfermedad y sus complicaciones
El 98% de los profesionales que tratan personas con obesidad opinan que la pandemia y el confinamiento han repercutido negativamente sobre el control de esta enfermedad y sus complicacionesDreamstime

La pandemia del Covid-19 ha sorprendido a todo el mundo. Simplemente no estábamos preparados para esto. Sin embargo, aunque la incertidumbre sea igual para todos, los efectos y las consecuencias a largo plazo no van a ser las mismas. En el caso de los países, los sistemas de salud y sus economías no están respondiendo a esta emergencia mundial de la misma manera. Con las personas pasa algo parecido: Nuestras condiciones de salud previas determinan tanto las probabilidades que tenemos de contagiarnos como la evolución de la enfermedad.

Desde el primer momento, se dieron a conocer dos grandes factores de riesgo: la edad y el sistema inmunológico. Con la primera, está claro que no hay nada que hacer. No podemos cambiar nuestra fecha nacimiento. Sin embargo, sí podemos contribuir a mejorar nuestro sistema inmune. La nutrición tiene, tal y como explicanlos especialistas en este campo, una gran influencia en el desarrollo y buen funcionamiento de nuestras defensas.

Los nutrientes que afectan al sistema inmunológico y los alimentos en los que podemos encontrarlos en mayor porcentaje son:

· Vitamina A: en mantequilla, nata y lácteos, huevos, hígado, en frutas (cerezas, melón y melocotón) verduras y hortalizas (brócoli, calabacín, calabaza, zanahoria)

· Vitamina B: en los vegetales de hoja verde y en la familia de las coles: repollo, brócoli, coliflor…, pero también en carne, vísceras, pescado, marisco, huevos y cereales.

· Vitamina C: en frutas (naranjas, fresas, kiwi, granada, melón, tomate), verduras y hortalizas (pimiento, col, brócoli, berros).

· Vitamina E: en el aceite de oliva, vegetales y frutos secos.

· Hierro: hígado, carnes, pescado y huevos.

· Zinc y selenio: presente en casi todos los grupos de alimentos.

Nuestra dieta debe incluir todos los elementos mencionados en el listado anterior. Por otra parte, hay un aspecto aún más importante relacionado nuestra alimentación que debemos tener muy en cuenta, especialmente en estos días en que algunos abusan de comidas hipercalóricas y practican poco o ningún ejercicio físico. Se trata del sobrepeso y la obesidad.

El últimoinforme técnico del Ministerio de Sanidad explica que la obesidad juega un rol importante en la infección por COVID-19 y recoge datos de diferentes países que así lo demuestran:

- elanálisis de 112 pacientes en Wuhan refleja que la prevalencia de sobrepeso y obesidad (Índice de Masa Corporal superior a 25) entre los fallecidos fue del 84,8% frente al 18,9% en pacientes que superaron la enfermedad;

- en elestudio desarrollado por la Universidad de Nueva York con más de 3600 pacientes menores de 60 años, se observó que los pacientes con un IMC de entre 30 y 34 tenían el doble de probabilidades de ser ingresados en el hospital y 1,8 veces más probabilidades de acabar en la Unidad de Cuidados Intensivos;

- en Francia, elanálisis de pacientes ingresados en UCI detectó que el 47,5% de ellos era obeso (IMC>30) y que la necesidad de ventilación mecánica era mayor en función del IMC, alcanzando el 90% quienes tenían un IMC>35.

Se determinó que la obesidad es un factor de riesgo independientemente de la edad, la diabetes y la hipertensión.

La obesidad: una enfermedad “moderna”

Desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo, según laOrganización Mundial de la Salud. En 2016, el 39% de las personas adultas de 18 o más años tenían sobrepeso (IMC≥ 25), y el 13% eran obesas (IMC≥ 30). La OMS es, además, muy contundente en cuanto a este problema: “puede prevenirse”, porque “suele ser el resultado de un desequilibrio entre las calorías ingeridas y las gastadas”. Explica que el aumento del consumo de alimentos muy ricos en calorías sin un aumento proporcional de actividad física produce un incremento de peso, y alerta de que se ha convertido en un problema de salud global.

Si lo analizamos con algo de perspectiva histórica, la obesidad es una enfermedad que hemos generado nosotros mismos. Lo que ha sucedido desde ese 1975 que la OMS toma como referencia es que hemos aumentado exponencialmente el número de productos ultraprocesados, carbohidratos y azúcares que consumimos, mientras dejábamos de consumir alimentos naturales, mucho más sanos.

La forma más sencilla de recuperar unos índices razonables es volver a lo más básico. Debemos escuchar a nuestro cuerpo para saber la cantidad de energía que nos está demandando realmente y en la forma en la que nos lo está demandando. Eliminando de nuestra dieta ultraprocesados, azúcares y carbohidratos podremos eliminar ese aporte de calorías que no consumimos y que, por tanto, no necesitamos. Por otra parte, debemos ser conscientes de que las grasas que provienen de los alimentos naturales sí nos aportan energía saludable. Para la mayoría, seguir estos principios básicos es suficiente para mantener los índices de masa corporal en niveles razonables. Por si aún no éramos suficientemente conscientes de la relevancia que tiene la alimentación, esta crisis nos ha dejado claro de nuevo lo importante que es.