COVID-19

“Obligaría a los negacionistas a ser testigos en una UCI durante 24 horas”

Céline Rodríguez Limón pasó el COVID el pasado mes de abril con neumonía bilateral. Todavía hoy tiene secuelas.

Céline Rodríguez Limón pasó el COVID el pasado mes de abril con neumonía bilateral. Todavía hoy tiene secuelas.
Céline Rodríguez Limón pasó el COVID el pasado mes de abril con neumonía bilateral. Todavía hoy tiene secuelas.larazon.es

Céline Rodríguez Limón tiene 47 años. Es la jefa de Prensa de la Casa de América de Madrid, pero actualmente tiene reducción de jornada para cuidar de su hijo, diagnosticado con una enfermedad grave. No tenía enfermedades previas importantes y fue diagnosticada el 4 abril de 2020 en el Hospital Gregorio Marañón del virus SARS-COV 2. A los 28 días era asintomática y le han quedado secuelas de la enfermedad.

10 meses después.

-¿Cuándo se contagió y cómo fueron los primeros síntomas?

-Me contagié en la primera ola de la pandemia, a finales de marzo de 2020. Días antes, la OMS había elevado la situación de emergencia de salud pública a pandemia internacional. Vivíamos en estado de pánico, pero aún nadie podía imaginar lo que iba a ocurrir. El vector de transmisión fue Felicia, la cuidadora de mi hijo. Ella empezó a sentirse mal días antes, aunque ambas nos resistíamos a aceptar que estuviera enferma. No era difícil saber que antes o después mi hijo y yo también lo estaríamos. Al quinto día de su ingreso (de Felicia) en el hospital de Ifema, fui yo quien empezó a notar un cansancio extremo, malestar general, con picos de fiebre y dificultad respiratoria aguda. Tengo un pulsioxímetro en casa y cuando comprobé que la saturación de oxígeno era del 92%, supe que no había vuelta atrás. Rápidamente acudí al servicio de urgencias del Gregorio Marañón. Era una tarde soleada y recuerdo que el camino de mi casa al hospital se me hizo inexplicablemente largo.

-¿Cómo avanzó la enfermedad una vez la hospitalizaron?

-Ingresé el 3 de abril y pasé allí toda la madrugada con soporte de oxígeno, esperando los resultados de la PCR y de la prueba de Rx de tórax. Esta evidenció que tenía una neumonía bilateral, por lo que el resultado del exudado seguramente confirmaría la sospecha de Covid, como así fue.

Me dieron de alta cuando les conté que mi hijo necesita cuidados permanentes y además ya estábamos confinados. Acepté seguir el tratamiento domiciliario, porque aunque la carga vírica era alta, en cuanto tuve sospecha de estar infectada había acudido al hospital. Afortunadamente, Daniel el padre de mi hijo, se ocupó de él y me dio soporte el tiempo que estuve en aislamiento domiciliario.

-A usted el contagio le pilló en lo peor de la pandemia cuando los sanitarios estaban todavía muy perdidos en la medicación. ¿Qué se le administró y qué efectos secundarios cree que tuvieron?

-Me suministraron un tratamiento específico Kaletra (Lopinavir/Ritonavir) y Dolquine (Hidroxicloroquina). Ambos en una dosis muy alta durante 5 días. Los efectos secundarios fueron fiebre, náuseas, vómitos y diarrea. Perdí 6 Kgs en este tiempo y el cansancio extremo me impedía salir de la cama, durante el reposo. Me preparaban diariamente la comida y apenas tenía fuerza para mantenerme en pie.

-¿Cuánto tiempo estuvo ingresada y qué fue lo peor?

-Estuve ingresada muy poco tiempo. Siempre acompañada de mi amiga Carmen Chamorro que estuvo conmigo permanentemente a través del teléfono. Yo le iba contando en qué punto estaba la situación y lo que veía. Todo parecía una secuencia distópica, un déjà vu de cualquier película de epidemias. En urgencias reinaba el miedo, el pánico y el caos. Nunca había sentido en tantas personas esa mirada de vulnerabilidad ante una situación desconocida. Los hospitales son un escenario reconocible para mí y me vi consolando a ancianos porque su fragilidad era terrorífica, también veía a personas que se despedían de sus familiares, como si fueran reos y estuvieran a punto de ser ejecutados. Se me hace raro recordarlo, pero el silencio en el box donde los pacientes estábamos esperando los resultados conectados a las bombas de oxígeno, era desolador.

-¿Qué efectos secundarios ha notado desde entonces?

-Tuve la suerte de marcharme de Madrid varios meses, aislarme en un bosque y poder respirar aire limpio ajena a aglomeraciones, mascarillas y geles desinfectantes. Desde entonces, he cambiado muchas cosas en mi vida: cuido la alimentación, practico ejercicio y he dejado algunos hábitos tóxicos, como beber alcohol. Estos cambios responden a que notas que tu energía ha disminuido, el grado de inflamación es persistente. El cansancio es casi una constante, la capacidad respiratoria es menor, tengo una lesión ocular en el ojo derecho y aparecen puntualmente problemas cognitivos y de memoria.

-¿Sigue teniendo inmunidad o no se sabe hasta cuándo?

-He consultado a mi médico de atención primaria y aunque la inmunidad empieza a disminuir a los ocho meses o al año de contraer la enfermedad, no hay evidencias claras de que así sea.

¿Usted se va a vacunar?

-Aunque quisiera, dudo mucho que pudiera hacerlo. La Comunidad de Madrid, donde resido, anunció que se ha quedado sin vacunas y no podrá poner más primeras dosis a nadie, al menos hasta dentro de dos semanas. Moderna se retrasa, Pfizer manda menos vacunas y de AstraZeneca no se sabe nada…

¿Qué piensa cuando escucha a personas decir que nos mienten y que es una gripe más?

-No diré lo que pienso, porque con la edad he aprendido a ser menos impulsiva. No les invitaría, “les obligaría” a ser testigos de lo que sucede en una UCI durante 24 horas. Eso sería suficiente para esas personas que se denominan “negacionistas” fueran conscientes de su terrible estupidez.