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“Abuelito dime tú” Los abuelos, esa mirada tan necesaria en la infancia
Ahora que los más peques de la casa tendrán unos merecidos días de vacaciones, muchos pasarán tardes con sus abuelos. Y es que es un clásico que los abuelos y los nietos se disfruten mutuamente.
¿Qué representan los abuelos para los nietos?
Cuando los abuelos hablan, la sabiduría aparece. Sus arrugas representan el saber propio de una mochila llena de experiencias. Sus ojos serenos y profundos reflejan una capacidad de ternura infinita. Su modo de hablar, alejado ya de intensas pasiones humanas, transmite serenidad a los privilegiados que les escuchan. Van a lo esencial.
Nietos y abuelos. Una generación empujada a descubrir. De la mano de una generación experta en discernir. ¿Existe unión más potente? Sabiduría e ilusión. Seguridad y juego. Ternura y complicidad. Todos ellos acompañan la relación única creada entre estas dos personas a las que fácilmente separa más de medio siglo de experiencias. Juntos cierran el círculo.
El modo en que los adultos cercanos miran y tratan a los niños queda grabado en la memoria de éstos. Modo que más adelante aquellos niños ya adultos repiten de manera inconsciente al hablarse a sí mismos. Oyéndose internamente decir lo que tantas veces oyeron decir a los demás cuando posaban su mirada sobre ellos. Suerte entonces quien ha gozado de la experiencia de haber sido “mirado por un abuelo”.
Mirada que hace existir. Mirada que entiende. Mirada que sana. Mirada que disculpa. Mirada que rescata. Mirada que acoge. Mirada de ternura. Mirada de abuelo. Ojos que miran y al mirar brillan. Sensación de plena aceptación de lo que se es. No existe nada más sanador para la propia persona que haber vivido una relación en la vida que haya hecho sentir esto. Al menos una. Ese regalo que los nietos incorporan a su mundo afectivo. Y que nada puede reemplazar. Sensación que el nieto puede rescatar de su memoria siempre que lo necesite. Es un regalo eterno.
¿Qué representan los abuelos para la familia?
Las raíces familiares nacen de las figuras de los abuelos. Figuras que encarnan la estabilidad y los valores familiares. Terminan configurándose como modelo de relación. Modelos que se repiten de generación en generación. Son figuras que ayudan a las familias a generar una identidad propia, diferente de las demás, única e irrepetible. Figuras creadoras de la identidad familiar.
Al mismo tiempo, la sabiduría de los abuelos se transforma en balón de oxígeno para las normas y reglas familiares. Cuando aparece la figura del abuelo, llega el caos a la familia. Bienvenido sea el caos. Bienvenido sea el flexibilizar las cosas en presencia de los abuelos. Figuras que flexibilizan sin hacer desaparecer. Figuras de respeto y equilibrio familiar.
Los abuelos encarnan así mismo la unión familiar. Saben traducir los lenguajes de las generaciones venideras. Explican a los nietos los temores de los padres. Explican a los padres las necesidades de los nietos. Figuras sanadoras de los miedos ajenos.
¿Qué representan los nietos para los abuelos?
La continuidad. Ir de la mano con el nieto y sentir la prolongación del propio ser. Sentir la sensación de permanencia a través de la mirada inocente y traviesa del niño. Niño que recuerda lo divertido del juego, la ilusión por descubrir, el disfrute de las pequeñas cosas. Generaciones que se paran en el tiempo a disfrutarse mutuamente.
La seguridad. El decline físico acompañado de la mano de la potencia física naciente. Seguridad mutua. Confianza mutua. Respaldo mutuo y complementario. El sentido. Ambos llenan de sentido la etapa que viven. Se acompañan. Se ayudan a sobrellevar las dificultades de la etapa. Se miran y conectan: desde la aceptación más honda que la inocencia de un niño puede poner en su mirada. Y desde la caridad más tierna que el abuelo puede rescatar al mirar a su nieto.
La ilusión. Una nueva identidad por explorar y desarrollar. La ilusión de ser abuelo. La última de las identidades que cierran el círculo del propio ser. Han podido expresarse a través de los distintos roles que la vida les ha ido ofreciendo. Han sido hijos, han sido adultos autónomos, han sido cónyuges, han sido padres... Finalmente pueden ser abuelos. Se cierra el círculo del pleno desarrollo de sí mismos. De la plenitud de la propia identidad.
La mirada de los abuelos hacia los nietos es un regalo que se llevan los nietos grabado en la memoria para toda su eternidad. Una mirada con un poder especial. Una forma de sentirse mirado que ayuda a la persona a fiarse de que es bueno que exista. Tener la vivencia de haberse sentido “amorosamente mirado” y desde ahí experimentado el ser alguien valioso e importante para un otro.
Clara de Cendra Núñez-Iglesias es Psicóloga y Terapeuta de Familia
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