Educación

La importancia de enseñar en las escuelas qué fue el Holocausto, recordar para no olvidar

El 27 de enero es el día internacional de la Conmemoración de las Víctimas del Holocausto

La importancia de enseñar en las escuelas qué fue el Holocausto, recordar para no olvidar
La importancia de enseñar en las escuelas qué fue el Holocausto, recordar para no olvidarlarazon

Pocas cosas han avergonzado tanto a la humanidad como el número de judíos asesinados por los nazis en la II Guerra Mundial en diversos campos de exterminio, los llamados campos de la muerte. Los planes de estudios de la ESO apenas dedican tiempo a analizar con profundidad una de las mayores vergüenzas del siglo XX.

Pocas cosas han avergonzado tanto a la humanidad como el número de judíos asesinados por los nazis en la II Guerra Mundial en diversos campos de exterminio, los llamados campos de la muerte. Los nazis, con su holocausto, dejaron claro que la violencia en sus formas más terribles en los humanos es perfectamente posible. Cámaras de gas, trabajos forzados, experimentos...nada de lo que podamos imaginar supera la barbarie que cometieron.

Las cifras bailan pero casi todos los expertos asumen que el genocidio judío superó los seis millones de muertos. Es de justicia y de sentido común que las nuevas generaciones sepan qué pasó para que no vuelva a suceder. La máxima de Cicerón: Los pueblos que desconocen su historia están condenados a repetirla. Desde luego las juventudes en Alemania sí conocen su historia, su pasado pero ¿qué sucede con el resto? ¿Deben los alumnos del resto del mundo conocer qué sucedió en la Alemania de 1939 a 1945? ¿Deben los planes de estudios incidir en un acontecimiento que conmocionó al mundo? El sentido común diría que sí, sin embargo muchos alumnos españoles terminan el bachillerato sin haber profundizado demasiado en la Shoá.

El día 27 de enero es la conmemoración internacional y Elisheba Abraham lo celebra con la tristeza que cualquier judío, como ella, siente ante este hecho trágico del pasado del pueblo judío. Aunque también con la alegría que puede otorgar la esperanza de que el recuerdo de las víctimas esté vivo a través de contarlo, siempre contarlo, de padres a hijos como ella hace como madre judía pero también de profesores a alumnos. Ella es, además, profesora de instituto.

Elisheba recuerda la frase “...y lo repetirás a tus hijos...” una breve frase forma parte de la que es considerada la oración más importante del Judaísmo. “En ella –explica- el imperativo nos insta a educar a nuestros hijos en nuestros valores, en hacerlos partícipes de nuestra herencia cultural, para que no se pierda”. Esta judía española reflexiona en el día del recuerdo a las víctimas: “Dicen que el Pueblo Judío es el Pueblo del Recuerdo. Es curioso, pero, en realidad, no hay muchos acontecimientos buenos que podamos recordar. Pero recordar significa “pasar de nuevo por el corazón” y eso sí es importante para nosotros. Porque olvidar es una nueva pérdida”.

Como docente también se hace preguntas, especialmente sobre la difícil tarea de educar e informar sobre la catástrofe, “lo que en hebreo llamamos Shoá”. ¿Cómo hacer entender la sinrazón de las causas, la violencia de los métodos, la cifra insoportable de víctimas, la frialdad de la mayor parte de los verdugos, el silencio de sus cómplices?-se pregunta.

La Shoá para el judío –continúa Abraham- es una herida abierta, que, con el dolor que produce, nos mantiene alerta frente a intentos negacionistas, a frecuentes manipulaciones, posibles reediciones y, sobre todo, al olvido con el paso del tiempo. Estos intentos de rescatar de la Historia lo ocurrido hace unas pocas décadas hacen que se nos tache a veces de victimistas. Nada más lejos de la realidad. Es evidente que los judíos de entonces fueron el mayor número de víctimas en una masacre que incluyó a varios millones de seres humanos más. Pero a mí, personalmente, el término Holocausto, tan unido al de víctima, no me agrada. Porque la víctima de un holocausto, de un sacrificio, se dirige a él sin voluntad de resistencia, sin consciencia incluso. Por el contrario, los judíos lucharon, se rebelaron, intentaron huir. Pero la máquina asesina estaba perfectamente preparada, con unos medios poderosos y atroces frente a los que el individuo inocente y digno poco puede hacer”, sostiene.

Otra de las víctimas de los diversos cambios en los planes de estudio ha sido la filosofía. Una de las aplicaciones (tiene muchas a pesar de que los políticos a veces no se le vean) es la reflexión profunda sobre el individuo, sobre su negación, sobre su existencia. La docente, que es profesora de filosofía en un instituto madrileño, lo reconoce: “La Shoá es un intento, ante todo, de negación del individuo, de profunda deshumanización. Es el no hombre, el hombre inferior, el enemigo imaginario a batir. Todos son máscaras para hacer digerible la masacre. Como madre judía he acercado a mi hijo adolescente a la Shoá lentamente, mediante libros, películas, charlas familiares. Es un viaje por el desgarro y el sufrimiento que tiene que realizarse, pero en dosis que puedan ser asumidas, al menos, relativamente”.

Contemplar el horror.

Una cosa es contarlo y otra es verlo. Desde hace poco y durante unos meses permanece abierta la Sala de Exposiciones del Canal del Canal una gran muestra de qué fue Auschwitz. ¿Podemos hacer un recorrido didáctico con nuestros hijos a partir de determinada edad? “No hace mucho que se sumergió en la realidad de los acontecimientos, visitando con mi marido y conmigo la gran exposición sobre Auschwitz en la Sala de Exposiciones del Canal, en Madrid. Un recorrido didáctico pero también emocional que, sin duda, ha hecho mella en él. Sus ojos deben contemplar un mundo mejor, sin duda. Pero también tienen que mirar hacia atrás para poder saber y sentir que la vida a veces nos tiene reservado el peor de sus rostros”. Pero no habla solo como madre que, al fin y al cabo también lo hace como una madre judía, lo hace también con sus alumnos: “Lo mismo dejo reservado a mis alumnos. Soy docente de Filosofía y Geografía e Historia en ESO y Bachillerato.

Confieso mi perplejidad por el tratamiento del tema, no ya por parte de docentes con un sesgo ideológico inaceptable, sino por los propios planes de estudio. Hay que tener en cuenta que un alumno que deja de estudiar al acabar la ESO debe tener unos mínimos conocimientos sobre asignaturas que podemos denominar “académicas”, pero también sobre otras que enriquecen algo mucho más valioso, su formación como persona, formación que complementa a la dada por la familia, por ese orden”

Conocer la historia, una asignatura pendiente.

Para esta profesora de Filosofía, pero también de Geografía e Historia, “en España, más de cinco siglos después de la expulsión, que barrió meticulosamente la presencia sefardí de la Península, el judío sigue siendo el gran desconocido, por no decir el objetivo de una reiterada tergiversación. Se sabe poco y mal. Y me temo que las sucesivas leyes educativas no han hecho ni hacen nada por mejorar la educación contra el antisemitismo”.

Por ejemplo –explica- “La Edad Media, que ocupa buena parte de 2º de ESO, peca por omisión. No se suele hacer mención alguna o se dedica únicamente un triste párrafo a la presencia de numerosas comunidades judías en la Península durante siglos. Sólo en 3º de ESO se menciona la extraña expulsión de un grupo de españoles de los que no se tenía noticia alguna. En términos modernos, la Historia de 4º de ESO pasa de puntillas sobre el tema dada la extensión del temario. Es ya un Bachillerato opcional el que dedica cierto tiempo, siempre escaso a hablar sobre el asunto que nos ocupa. La eliminación de asignaturas en las que podría hablarse del Holocausto con la entrada de la LOMCE, hace que me resulten ofensivos los intentos del Ministro de Educación por formar a profesores sobre el tema, cuando el temario apenas sí lo menciona”.

Lo que no se menciona, no existe

Para esta docente “hay un modo actual muy sutil de ataque a lo judío. Un modo aparentemente inocuo y moralmente aceptable: no se menciona, no se da a conocer, por tanto, no existe. Ya no es de recibo la verborrea caliente del antisemita confeso, que también se oye muy a menudo. Mucho menos la del judeófobo religioso con unos argumentos incapaces de interesar a nadie. Es mucho más efectiva la estrategia de la ausencia, factible en un país que cuenta con una población judía muy escasa”, sostiene.

Para Elisheba Abraham, “omitir es olvidar, y olvidar es perder para siempre, no dejemos que tal cosa ocurra, por las víctimas, por nosotros, por todo”.