Nueva York
Flamenco pasado por la Thermomix
Cuándo: martes, 3 de diciembre. 20:30 horas. Dónde: Teatro Fernán Gómez. Plaza de Colón, 4 Madrid. Cuánto: 20 euros.
«Yo soy sólo la madrina», dice Carmen Linares. Los protagonistas y buenos músicos son ellos, dice señalando a sus compañeros en el escenario, los muy reconocidos fuera pero menos en nuestro país Camerata Flamenco Project, un combo de músicos que proceden de diferentes ámbitos como el flamenco, el jazz, el tango y la clásica, y que se combinan para dar forma a un proyecto «que es jazzero y flamenco y que termina en una fiesta que no es normal», dice José Luis López, que toca el chelo en el conjunto. «La riqueza viene de ahí, sin querer hacer un potaje gitano ni un ''puturrú de fua'' a la francesa. Con los ingredientes bien seleccionados, gusto y con mesura, todo esto da como resultado nuestra propuesta», explica López en el lugar de los conciertos, el Teatro Fernán Gómez de Madrid, donde arranca este interesante ciclo en el que artistas más reconocidos «apadrinan» (como dice Carmen Linares) a otros talentos menos populares.
Mezclar sin pastiches
«En nuestro caso, sabemos que lo que hacemos tiene interés. A los dublineses, a los finlandeses, a los de Singapur y a los de Nueva York les encanta. Así que estamos esperando a ver si nos descubren los madrileños, que parece mentira, viviendo todos en el Foro...», comenta López. Camerata Flamenco Project tiene ya tres trabajos publicados a partir de un collage que forman el citado López, Pablo Suárez («es el alma flamenca en el piano»), Ramiro Obedman («espíritu improvisador» con la flauta), José Miguel Garzón («un contrabajo jazzero») y Karo Sampela («un batería finlandés que viene del rock & roll»). Y juntos ponen sus bagajes en «una Termomix en la que caben las sugerencias, los guiños, y cuando nos ponemos a navegar entramos en un terreno indefinible pero entendible, porque hemos terminado funcionando como un matrimonio y uno hace las mismas bromas que el otro cinco minutos después», asegura López. Carmen Linares, que grabó con ellos «Chiquilín de Bachín», siempre ha apostado por las mezclas y por arrimar el flamenco a otros sonidos, como el rock. «Es positivo que los artistas de diferente cultura musical se junten. Hay que unir y mezclar los de diferentes géneros, eso es positivo, porque existen cantautores que consiguen abrir al público de flamenco a otros mundos», explica. Linares ha grabado un disco de homenaje a Morente con Los Evangelistas (músicos de Los Planetas y Lagartija Nick) y no le da miedo casi nada. «Yo me meto en todos los charcos (risas). Pero la cuestión es que siempre tenga que ver con lo que hago. No se me ocurriría ponerme a cantar zarzuela o jazz. Si hago algún coqueteo, lo llevo a mi terreno y tiene que ver con quién soy. Cuando hemos cantado a Miguel Hernández o a Lorca hay un ''feeling'' flamenco. Todo junto, sí, pero no en un revoltijo. Se hace siendo nosotros mismos, siendo auténticos.Yo no pretendo hacer clásica, me acerco a ese mundo con mi prisma», comenta. Según Pablo Suárez, el pianista del conjunto, la cuestión es «la verdad de contar las cosas y de cómo decirlas. Creo que nuestra formación tiene verdad. A partir de ahí, te puede gustar o no».
¿Será ese el futuro del flamenco? «El futuro nadie lo sabe. Pero es un signo de salud si un arte crece y evoluciona. Quiere decir que está vivo». El músico, de formación clásica, pone un ejemplo: «La música clásica está bastante enferma. El Auditorio Nacional, por ejemplo. Vienen grandes artistas día tras día, pero yo no lo he visto tan lleno y tan exaltado como cuando fueron los flamencos». «El flamenco ha evolucionado por sí solo cuando nos hemos querido dar cuenta –dice Linares–. Es lógico: si estás en el mundo, lo que te llega te influye. No es un arte muerto como una laguna. La prueba es que no se canta ni se toca como hace 70, 60 o 50 años. Y dentro de 50 años habrá otra gente de otra manera. Eso sí, es importante que los que estén ahí tengan un conocimiento del pilar del flamenco y que lo desarrollen con la época que les toque vivir. Ésa es la manera de seguir siempre vivo». «El flamenco ha pasado de los tablaos a los auditorios. Y esto ocurre ahora en España, pero fuera ya hace muchos años que se ve en Berlín, Nueva York y Tokio. Los artistas flamencos hacen propuestas para el público entendido de la música y ellos lo valoran por su frescura», añade López.
En el repertorio del próximo martes habrá una versión de «Entre dos aguas», otra de «La leyenda del tiempo» de Morente y el repertorio habitual de Camerata con un ingrediente que no sale en el disco: el baile de Rafaela Carrasco, otro punto vanguardista con mucha calidad, porque Castellanos es directora del ballet flamenco de Andalucía. «Su forma de mimetizarse es muy vanguardista y su capacidad de introducirse por derecho en la música que hacemos es una garantía de espectáculo nítido y claro».
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