Turismo e historia
Así es el pueblo de Galicia en el que podrás dormir en casas de más de 2.000 años
A más de 1.300 metros de altitud, los Ancares lucenses esconden una de las aldeas prerromanas mejor conservadas de Europa
No aparece en los mapas turísticos masificados. Tampoco tiene grandes hoteles ni avenidas concurridas. Pero posee historia, memoria y una belleza tan austera como poderosa. Así es Piornedo, una pequeña aldea situada en lo más profundo de los Ancares lucenses, concretamente en el municipio de Cervantes, que ha logrado mantener intacta su esencia.
A 1.300 metros de altitud y con apenas medio centenar de habitantes, el pueblo surge como una especie de viaje hacia el pasado que se camina despacio, con calma, con la nieve en invierno o el verde intenso de las montañas gallegas durante el tránsito hacia la primavera.
Paisajes, ambos, que esconden las pallozas, esas construcciones de origen prerromano que combinan piedra, madera y techos cónicos de paja de centeno o brezo. Con formas circulares u ovaladas, fueron durante siglos el hogar de los habitantes de la zona, compartido incluso con los animales en su parte inferior.
La clave de su longevidad está en su diseño: tejados inclinados para que el peso de la nieve no los derrumbe, ausencia de chimeneas para que el humo del fuego permee la paja y ayude a conservarla, y un espacio interior austero pero eficiente, con una “lareira”, horno de pan y dormitorio.
Hoy, algunas de estas pallozas se conservan como auténticos museos, lo que convierte a Piornedo en una de las aldeas prerromanas mejor conservadas de Europa. La más emblemática es la Casa do Sesto, habitada hasta 1970 y reconvertida ahora en espacio etnográfico que conserva muebles y utensilios originales.
Allí no sólo se observa, también se escucha: quien la habita y la guía relata historias de inviernos sin luz, de partos complicados, de lobos al acecho y de recetas naturales aprendidas de memoria por falta de médicos.
La apertura
La llegada de la carretera en los años 70 cambió la vida de los vecinos. Por un lado, trajo materiales modernos que facilitaron la construcción de casas nuevas y más cómodas. Por otro, atrajo a visitantes, a curiosos y a las cámaras. Algunos vecinos sintieron entonces que vivían en un decorado, en un escaparate folclórico. Muchas pallozas fueron abandonadas, pero otras resistieron y hoy, lejos de ser un mero atractivo turístico, se han convertido en guardianas de un legado.
El conjunto etnográfico de Piornedo está hoy protegido como Bien de Interés Cultural, lo que ha permitido que muchas viviendas tradicionales se rehabiliten respetando su forma original.
Qué visitar
A pesar de su diminuto tamaño, en 2019 había 36 personas censadas, Piornedo cuenta con varios puntos de interés que se recorren en una mañana pero se recuerdan toda la vida: la ya mencionada Casa Museo do Sesto, los hórreos tradicionales que recuerdan a los asturianos, y la pequeña Capilla de San Lorenzo, desde donde parte la senda que asciende al Pico Mustallar, de 1.924 metros, la cima más alta de Lugo.
La ruta, que atraviesa prados, campas, puentes de madera y cauces de agua, es un una oportunidad única para senderistas y visitantes que disfrutan de la naturaleza.
Dormir en una palloza
Piornedo ofrece también lugares para quedarse, como la Cantina Mustallar, ideal para una comida casera, o las Cabañas de Ancares, con vistas espectaculares a las montañas. Algunos antiguos espacios se han reconvertido en alojamientos rurales, y dormir en una palloza se ha transformado en una experiencia que permite probar cómo era vivir hace siglos, pero con las comodidades de hoy.
A fin de cuentas, Piornedo no busca impresionar. Enseña desde el silencio, desde las brasas encendidas de una lareira, desde el testimonio emocionado de los ancianos. Es uno de esos lugares en los que los objetos del pasado no se encierran en vitrinas, sino que se emplean en una especie de tránsito entre generaciones. Donde la historia no se cuenta, sino que se transmite.