
Historia e industria
La siderurgia integral más antigua de España nació en Galicia
El legado de Sargadelos llega hasta nuestros días a través de unas piezas de cerámica únicas que siguen siendo de las más representativas de la comunidad

A finales del siglo XVIII, el visionario Marqués de Sargadelos, Antonio Raimundo Ibáñez, una figura prominente de la Ilustración española, fundó la primera siderurgia integral del país, centrada en la producción de material bélico.
Esta fábrica pionera no sólo abasteció al ejército, sino que también se convirtió en un punto de referencia para la vida cotidiana española de la época. De sus imponentes hornos surgieron cadenas, ruedas hidráulicas, utensilios de cocina y otras herramientas fundamentales para la España del XVIII.
Además, el lugar destacó por su faceta artística: allí se forjaron conjuntos escultóricos, fuentes ornamentales y elegantes balaustres decorativos, algunos de los cuales aún embellecen plazas y calles de diversas ciudades gallegas, recordando un legado que mezcla arte, historia e industria.
No en vano, y junto a la fábrica de fundición, en 1804, se erigió otra de cerámica que comenzó produciendo loza al estilo Bristol y, con el tiempo, evolucionó hacia la fabricación de porcelana "china".
Ambas fábricas, impulsadas por el espíritu de innovación del Marqués de Sargadelos, representan uno de los ejemplos más valiosos del desarrollo y modernización de la industria española.
En una época en que España comenzaba a asomarse a los ideales de la Ilustración, Ibáñez, ferviente defensor de la modernización y el progreso, decidió emprender una de las obras más ambiciosas de su tiempo: crear una siderurgia que no solo produjera materiales de primera necesidad, sino que también impulsara el desarrollo económico y cultural de la región.
La Real Fábrica de Sargadelos nació con una clara vocación: proveer a España de los productos de hierro y acero que hasta entonces se importaban, a menudo con dificultades y altos costos. En sus inicios, la siderurgia de Sargadelos se centró en la producción de material bélico.
En pleno auge de las guerras napoleónicas, el Marqués de Sargadelos respondió a la demanda nacional produciendo desde cañones hasta municiones y demás implementos necesarios para las fuerzas armadas. Esta actividad no solo posicionó a Sargadelos como una pieza clave en la defensa del país, sino que también marcó el inicio de la siderurgia española moderna.
La Revolución Industrial en Galicia
La fábrica de Sargadelos no se limitó a la producción de armamento. Su capacidad para fundir y trabajar el hierro le permitió diversificar su catálogo, abriendo sus puertas a la fabricación de herramientas y utensilios de uso cotidiano, como cadenas, ruedas hidráulicas y útiles de cocina.
Estos productos, esenciales en la vida diaria del siglo XVIII, pronto se convirtieron en parte indispensable de la vida cotidiana de la población española. De sus altos hornos salieron bienes robustos y de gran calidad que se distribuyeron por todo el país, marcando un hito en el desarrollo de la industria nacional.
Así, y más allá de su valor funcional, la Real Fábrica de Sargadelos también se distinguió por la belleza y cuidado de sus productos. En su afán por hacer de la siderurgia un arte, Antonio Raimundo Ibáñez impulsó la creación de hermosos conjuntos escultóricos que todavía decoran algunas plazas y espacios públicos de Galicia.
Fuentes ornamentales, balaustres decorativos y otros elementos de hierro forjado salieron de los talleres de Sargadelos. Elementos que no sólo fueron valorados por su utilidad, sino que se integraron en la arquitectura de la época, convirtiéndose en parte esencial de la identidad visual de numerosas ciudades gallegas.
Sargadelos: un patrimonio de hierro, arte y cerámica

La Real Fábrica de Sargadelos fue mucho más que una industria; fue un símbolo de progreso y modernidad en una época de grandes transformaciones.
Con su fundación, Antonio Raimundo Ibáñez no solo estableció la siderurgia más antigua de España, sino que también sentó las bases de un modelo industrial que integraba la innovación con el respeto por el arte y la cultura.
Este espíritu sigue vivo hoy en día, ya que la fábrica, aunque dejó de funcionar como siderurgia, se mantiene activa en forma de manufactura de cerámica, conocida internacionalmente por sus distintivas piezas de porcelana decorativa.
La fábrica de cerámica de Sargadelos, heredera del espíritu innovador de Ibáñez, se ha convertido en un símbolo de identidad gallega. Sus piezas de porcelana, de diseño moderno y tradicional a la vez, han llevado la marca de Sargadelos mucho más allá de Galicia, representando la esencia de una tradición que une el arte, la cultura y la industria.
Este legado de Sargadelos no solo perdura en el patrimonio histórico y arquitectónico de Galicia, sino que sigue vivo y evolucionando en cada pieza de cerámica que sale de sus hornos, renovando y preservando el espíritu ilustrado de su fundador.
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