Gastronomía
Chatarrería del placer
Uno ya cenó en la Tour d’Argent, frente a Notre Dame, y en el Jules Verne, de la Torre Eiffel, disfrutando de las vistas de la ciudad más bella del mundo. A veces de tanto subir a los palacios apetece bajar a las cabañas y dejarse sorprender. Adentrarse en el restaurante del archiconocido y campechano Luis Miguel (Luismi, para los amigos) es a primera vista como revivir los quince minutos finales de «Terminator I». En una construcción de dos plantas acristaladas, al lado justo de su megadesguace (el desguace más grande de Europa), nos encontramos en la planta baja con una barra de polígono que abastece a los clientes de generosas viandas matahambres: albóndigas, calamares, tortilla...
La sorpresa está en la primera planta, donde se ubica el amplio y austero comedor siempre repleto de clientes, el notario y el mecánico que acaba de desmontar un árbol de levas conviven en este espacio disfrutando de uno de los mejores restaurantes de menú del día (13 euros con postre y café) de la piel de toro.
La dirección gastronómica está dirigida por el inquieto esquiviano Alejandro Rey, forjado en restaurantes como Casa José (Aranjuez), Mugaritz y El Bohío, entre otros.
Si prescinde del sugerente menú del día (3 primeros y 3 segundos a elegir) y se deja seducir por sus platos «a la carte», a la vez que cierra los ojos llegará a pensar que Lutecia está frente a usted. Alejandro es Magno cuando ejecuta una falsa tortilla sin cuajar, las alcachofas estofadas con jugo de viandas, una sutil crema de calabaza y cúrcuma con vieira, la etérea espuma de queso Parmesano con miel y frutos secos o, la asiática corvina con soja y citronela. Platos de una estética y elegancia que le harán preguntarse, si aún no ha abierto los ojos, ¿donde diablos estoy, en París o... al lado de Parla? El festín puede continuar con la tira de asado a baja temperatura con aliolí de ajo negro, el canelón de morro y boletus con crema de patata o una cochinita pibil para cantarle al chef esa mexicana de «sigues siendo...el rey». Los postres son de corte casero, tarta cuajada con miel, mousse de requesón con maracuya , tarta de queso, arroz con leche. Todos deliciosos, pero sin la enjundia que demuestra en los platos principales.
Para el público más «gourmand» la cocina esconde unas gambas de calidad notable o un chuletón de vacuno mayor. Carta de vinos mejorable con referencias clásicas y servicio apresurado y jovial. Si Hemingway hubiera conocido al Don Juan de Luismi le hubiera escrito una novela titulada «Desguaces La Torre era una fiesta».
Cocina: 8,5 Bodega: 5 Sala: 8 Felicidad: 9
Dónde: Ctra. Madrid-Toledo A-42, km. 24. Torrejón de la Calzada.
Tel.: 918 60 91 00.
Precio medio: 25-50 euros.
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