Crónica

Ione Belarra quiere imponer a Yolanda Díaz la moda Mao, Jong-un o algo así

La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra
La ministra de Derechos Sociales, Ione BelarraIsabel InfantesEuropa Press

En un informe (no sé si interno, externo o mediopensionsita) de la ministra Ione Belarra sobre las pasarelas de las próximas campañas de Podemos, hallamos la petición de «huir de las mujeres primorosamente arregladas». Primoroso: hecho con primor, delicadeza y perfección. Cosas del capitalismo, insinúa Belarra, incluso del capitalismo inclusivo que pregona Begoña Gómez. Lejos de nosotras, clama la ministra, tales actitudes: puro facherío reaccionario, pura bisutería y lujo de la rancia derechona. «Se acabó», viene a cantar Ione con María Jiménez en un mix de rigurosa gobernanta y comisaria política, ya en plan rapera podemita: «Huyamos todas de Zara / eso es sólo una tara/ no mueras en esa piara, no seas la chica rara/ que da la vara con la tiara…Huyamos del Corte Inglés, centro de todo burgués / te quiere como feligrés/ sólo por el interés/ así vas al revés / no seas más una res…Huyamos de la moda / ese vicio te enloda toda / no caigas en esa joda / ni tan siquiera beoda…». Y así, toda la letanía de la Belarra, que también exige «diversidad de cuerpos». o sea, «huir (será por huidas) de la sexualización por la que las mujeres aparecen siempre jóvenes, delgadas, primorosamente arregladas y expuestas como un objeto». O sea, hagamos sitio en la primera fila de nuestra pasarela a la podemita empoderada con su camisita y sin canesú, arreglá pero informal. Demos paso a la gorda, culibaja y fea, que esto no va de elegir mises, chicas, aquí no descalifican los pelos en el sobaco. Por cierto, Andrea Meza, la nueva miss Universo, ingeniera y feminista, dice que para ella la belleza radica en el espíritu. Eso mismo debe de pensar Belarra: quiere que volvamos a fijarnos en las almas y no en los culos, en los valores y no en todo lo que ofrece el escaparate femenino veraniego. Pero ¿qué hace Yolanda Díaz, tan alabada por su elegancia, siempre primorosamente vestida, la melena L’Oreal París al viento porque yo lo valgo, seductora de empresarios y sindicatos e incluso de pymes, ante el argumentario de su colega? ¿Tendrá que dejar su estilismo y pasarse al modelo Mao, Kim Jong-un, Maduro o algo así? ¿Aceptará la futura candidata presidencial el uniforme belarrita? Guerra en la pasarela.