Opinión
La crónica de Amilibia: Lo que Isabel Celaá le pedirá al Papa
En primer lugar, le va a proponer a Francisco que se pueda pasar del purgatorio al cielo con cuatro suspensos en Arrepentimiento y sin entonar el mea culpa
Isabel Celaá será la nueva embajadora de España en el Vaticano. Dicen las lenguas viperinas que para premiar su gran labor como ministra de Educación que, entre otras cosas, se cargó la asignatura de Religión. Anda, ve a Roma y explícaselo a Francisco, se regodea ahora Él en la Moncloa, porque de vez en cuando Pedro también tiene sus pellizcos de humor. Ha debido pensar el presi, no sin recochineo, que, a sus 72 años, la Celaá vive el momento idóneo para hacer ejercicios espirituales, confesión general como Ignacio de Loyola (ella es vasca) y una seria recapitulación sobre su vida. Podría haberla enviado a Katmandú para que se encontrara a sí misma, pero esto hubiera sido un golpe bajo: cuando no se tiene la cara y el tipo de Charlize Theron, por ejemplo, resultan desaconsejables esos encuentros, y más sin espejito mágico. Tengo experiencia: me encontré una vez a mí mismo y salí corriendo.
Cuentan que la embajadora ya tiene pergeñado su discurso. En primer lugar, le va a proponer al Papa Franciscoque se pueda pasar del purgatorio al cielo con cuatro suspensos en Arrepentimiento y sin entonar el mea culpa. Que los Diez Mandamientos se queden en seis y con un añadido al sexto: «Solo sí es sí». Que la bendición «urbi et orbi» la dé también en catalán, vasco y gallego. Además se interesará, dicen, por la posibilidad de llevar la Memoria Democrática a la Biblia para que el Génesis elimine la cacareada culpa de Eva en nuestra expulsión del Paraíso por sucumbir a la tentación de Satán y morder la manzana. «¿No podríamos dejarlo todo en acoso satánico, Santo Padre? Me lo ha pedido la ministra Irene Montero», dirá.
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