Gente
Belén Esteban amenaza con contarlo todo
La colaboradora ya no mira atrás: no le afecta ningún desprecio y disfruta viéndose en todas las portadas.
La colaboradora ya no mira atrás: no le afecta ningún desprecio y disfruta viéndose en todas las portadas.
Para echarse a temblar, ya pueden prepararse. Belén es de armas tomar cuando la atacan y ahora se siente ofendida por los Ubrique. No son formas ni maneras el modo para quitarla de en medio. Ella no le teme a nadie y si le tocan las narices se propone tirar de la manta y hasta sacar el polvo que esconden las alfombras. Nunca se ha sentido más princesa del pueblo aunque maride con un conductor que enamoradísimo allana distanciamientos sociales. Tiene un trasfondo sensible que le puede en casos de indignación como esta, donde ya no mira atrás a su historia con Jesulín. Lástima, porque guarda un caudal de secretos, mala intención y perversidad familiar donde no se salva nadie. Tras el sonoro y demoledor batacazo con el torero, una experiencia que le dejó huellas dolorosas, ya no le afectan los desprecios o patadas simbólicas y triunfa viéndose en todas las portadas mientras el de Ubrique desapareció del «colorín» y no goza de admiración alguna. El tiempo siempre pasa factura. Y de igual manera que el de Ubrique se esfumó fantasmagóricamente, ahora es Belén la protagonista por su interés sentimental, algo que conmueve a todo casamentero y no deja de sorprender al público. Belén tiene para descubrir todo un historión como la mala –imaginénsela porque es fácil–, la joven intrigante que estuvo en contra o la sufridora del momento porque los Janeiro no se casaban con ninguno. Entre ellos se llevaban a matar, y pobriña la que caía en sus redes. En «Sálvame» es insustituible, pura gozada.
Un buen jolgorio
Todo listo para una ceremonia que no me atrevo a llamar bodón por cómo está de renacido y sugerente el mercado casamentero. Abundan los enlaces postineros quizá animados por el impacto que organizó en Londres el de una pariente real. Vuelve el traje tradicional con velo hasta el suelo saliendo de la cabeza, como acaba de llevarlo sobre un gran escote en pico hace días el bellezón de Pilar Rubio. Con Sergio Ramos componen una pareja digna de comedia rosa hollywoodiense. El tul envolvente fue buen soporte para sus enormes ojos verdes. ¡Qué par de guapos, Dios! Habrá que lanzar cohetes cuando tengan descendencia. Y lo mismo esperamos de Belén tras el jolgorio que acoje hoy un hermoso pueblo de la serranía madrileña al que solo separan de la capital 33 kilómetros. Aunque se habla de «finca», el edificio blanco sito en La Vega del Henares está a un paso de Paracuellos. Más que a una arquitectura típicamente rural, responde a las manchegas y andaluzas, el mismo aire plácido y relajante que tendrá el alboroto cuando lleguen los 264 invitados. Tiene estilo de cortijo con sus paredes blancas y los tejados verdeantes, un escenario idílico y fuertemente protegido para que no rompan la exclusiva. Porque al final la habrá incluso con la reticencia de algunos invitados protestones que evitarán el clásico posado dejando tal honor a los familiares. Seguramente quedarán sorprendidos comprobando cómo los trajines organizadores hicieron adelgazar a los novios. Tanto Belén como el alto Miguel han perdido diez kilos organizando, pero esa rebaja ni se nota en el contrayente. Anuncian, o acaso previenen, que «habrá muchas sorpresas para divertir a los invitados». Igual les instalan un circo para que no decaiga la fiesta donde que estará reforzado por un menú de campanillas. Cuesta l50 euros por cabeza y resulta pantagruélico tal salido del Quijote que conoció y pateó a caballo esos andurriales campesinos. Huele a romero y retama. A Belén la acompañará el recuerdo de su padre y llevará el pelo más rubio y ensortijado de lo habitual. Lucirá dos vestidos, el de la ceremonia y otro para la cena, sin moverse del local, pues se cambiará allí mismo. Ya se sabe lo pesados que resultan esos trajines de vestuario que animan lo gráfico y dan movilidad al rito.
Y sí, habrá exclusiva pese a los reparos iniciales de la novia, que se negaba a comerciar con los sentimientos. Pasa por el aro. Se convenció ante la oferta que al parecer está entre ochenta y cien mil euros nada despreciables. Ella llevó la negociación, algo nuevo para el contrayente. También escogió el menú con canutillos de queso relleno de bacalao al gratén, huevos de codorniz con arroz, cocas de verdura, cangrejos de río con guacamole –realmente exótico–, pulpo marinado y una barra de sushi, rematado todo según los gustos con merluza o carne asada. Apadrina Raúl Prieto, el alto, apuesto y risueño ex director de «Sálvame», y entre los testigos estarán la cada dia más atractiva Gema López unida a la tan tensa María Patiño, que, según parece –y tocan madera–, vestirá traje pantalón, algo poco habitual en estos casos porque es más de minifaldas. Se hacen apuestas sobre si Terelu opacará a su hermana Carmen Borrego, ya que siempre salen de la norma dentro y fuera de la tele. La pasarela está servida.
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