Fotografía

Blanca Cuesta: «Borja aporta la parte sentimental a mis cuadros»

Recibe a LA RAZÓN en el taller de su casa, donde ayer le fue concedido su primer galardón como artista revelación 2013

Blanca posa junto a uno de sus cuadros inéditos
Blanca posa junto a uno de sus cuadros inéditoslarazon

En apenas diez metros cuadrados es donde Blanca desconecta del mundo, se encierra y aísla para dar rienda suelta a su imaginación. Entre pinceles, pinturas y lienzos, disfruta dando forma a sus creaciones. Hace un año que decidió dar a conocer sus cuadros, aunque la pintura es algo que le ha acompañado desde niña. Ahora, y por primera vez, abre el taller de su casa de Pozuelo a LA RAZÓN para mostrar dónde y cómo nacen las obras que, hasta el momento, tanto éxito le están reportando. De hecho, ayer recibió su primer galardón. La Tertulia Ilustrada de Madrid, integrada por expertos en arte entre los que se encuentra la vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, Julia Sáez-Angulo, decidió premiarla por sus incipientes trabajos en los que intuyen un futuro prometedor. «Cuando me llamaron para comunicármelo no me lo creía, menos mal que estaba sentada. Es más, mientras estaba expuesto mi cuadro en Art Madrid, lo que más me preocupaba era que gustara a la gente. En aquel momento no pensaba en ganar ningún premio. Nunca lo imaginé. Así que esto me hace estar en una nube y muy feliz», explica a este diario.

El acto de entrega fue en «petit comité». Tan sólo, algunas amigas, su mentor, el artista venezolano Pedro Sandoval y, por supuesto, Borja Thyssen, quien observaba orgulloso cómo su esposa recibía el diploma de mano de Sáez-Angulo tras unas palabras de elogio de la crítica de arte. Y es que, evidentemente, él ha tenido mucho que ver en el éxito de su esposa. «Nos complementamos a la perfección. Borja tiene un conocimiento muy amplio del arte, sabe contextualizar las obras e identificar al segundo las corrientes a las que pertenecen, mientras que yo soy mucho más técnica y me fijo más en cómo están elaboradas o los procedimientos que se han utilizado», señala.

«Rompe este lienzo»

Su estudio, situado en la planta baja de la casa, es muy luminoso y diáfano. Un par de caballetes, un panel de rejillas blanco donde cuelga sus obras recién enmarcadas, una estantería con pinturas y dos mesas repletas de pinceles y brochas conforman su universo pictórico. Allí experimenta desde la satisfacción de componer piezas interesantes, hasta la impotencia y desesperación de no conseguir plasmar lo que se le pasa por la cabeza: «Cuando bajo al taller, Borja me dice: ''Mucha suerte''. Sabe que es importante para mí ese momento. Al salir me pregunta cómo ha ido y juntos analizamos el resultado. A veces le pido que rompa el lienzo porque no me gusta nada, pero no lo hace porque aprecia matices interesantes en el cuadro que yo no había visto. Sinceramente, creo que soy más exigente conmigo misma que los demás. Aunque he de reconocer que también aprendo mucho de los cuadros que rompo», confiesa entre risas.

No piensa en dinero ni en premios, aunque si llegan, bienvenidos sean. Por el momento, prefiere centrarse en disfrutar de todo el proceso: desde la creación, hasta la venta, pasando por la exposición y la opinión de su entorno. «No me gusta demasiado aventurarme a analizar lo que vendrá en los próximos años, pero ¿por qué no voy a tener futuro en el mundo de la pintura?», reivindica. Destaca sobre todo su positividad (excesiva en ocasiones, según Borja) y todo lo que le ha ayudado su esposo en este tiempo para no sentir miedo a lahora de exponer sus lienzos. «Él es quien siempre ha insistido y se lo agradezco, además es la persona que aporta la parte más sentimental a mis creaciones», apunta mientras entre ambos se aprecia una mirada cómplice.

Quizá, parte de esa reticencia a desvelar uno de sus secretos mejor guardados (la pintura) venía del miedo a enfrentarse a la crítica, «pero no la que viene de gente desconocida, sino de los especialistas», matiza. «La gente hablará de mí siempre y dirán que todo lo que consigo es por ser ''mujer de'', pero ya estoy acostumbrada. Lo tengo asumido e intento darle la importancia justa. Eso sí, me gustaría que antes de hablar mal o bien de mis cuadros y tener prejuicios, los vieran», añade.

Clara evolución

Blanca se muestra segura y, aunque reconoce que no como a todo artista « sería muy interesante exponer en un gran museo», ahora sus pretensiones van por otros senderos. Desde su éxito en Art Madrid (su obra se vendió a los cinco minutos de colgarla en la Galería Victor i Fills), ofertas no le han faltado. Aunque ella prefiere caminar con pies de plomo. Así que, por el momento, ha decidido ponerse manos a la obra y terminar su nueva serie de lienzos (diez en formato pequeño y diez en mediano) que muestra en exclusiva en LA RAZÓN. En ellos se aprecia una clara evolución respecto al que presentó en junio de 2012 en Casa de Vacas. «Son más simpáticos, coloridos y divertidos», asegura. Tiene en mente presentarlos los próximos meses en alguna galería madrileña, e incluso prepara ya una exposición propia en Mónaco. «Ahora la gente espera más de mí y eso me hace superarme», subraya. Por el momento, el aumento de demanda (sus amigos también le solicitan cada vez más cuadros a la carta) la ha obligado a aumentar su ritmo de trabajo. Si bien antes lo hacía cuando sentía la necesidad, ahora se obliga a visitar su taller, al menos, tres veces al día. También ha aumentado su ritmo de visitas a exposiciones, donde, como una alumna más, pregunta todo lo que se le pasa por la cabeza para, quizá, probar más tarde en casa. El jueves acudió a la inauguración de una muestra en la Galería Odalys, «Tàpies y los informalismos venezolanos», en la que muy a su pesar no pasó tan desapercibida como hubiese deseado. Es ella quien ahora marca los tiempos e incluso la que decide hasta el último detalle de sus cuadros. Tal y como explica Borja a este diario, cuando fue a enmarcar los que en breve presentará, «tenía claro que el marco debía ser blanco porque transmitía mejor lo que con ellos quería expresar. Pedro Sandoval pensaba que era una buena opción elegirlos en negro y Blanca se mantenía firme en su decisión. Cuando vimos el resultado nos dimos cuenta de que tenía razón», explica Thyssen. A pesar de que Cuesta prefiere no hablar del valor económico de sus cuadros –«No te imaginas lo que invierto en materiales», afirma–, lo cierto es que su obra se está revalorizando y lejos quedan ya los 2.500 euros que se pagaron por su ópera prima, «Sandoval como pretexto».

Bautizo a la vista en casa de los Thyssen

Está a punto de cumplir los ocho meses y ya es el rey de la casa. Enzo, que nació el pasado 10 de octubre en la Clínica Ruber Internacional, es «el juguete» de los Thyssen. Sus hermanos, Sacha (5 años) y Eric (2), lo pasan en grande con él, y sus padres también. Pero Blanca no da más de sí. Y es que, además de dedicarle varios días a la semana a la pintura, al gimnasio y a los actos sociales, su nivel de autoexigencia le impide descuidar su faceta de madre. «Me gusta estar al tanto de sus estudios y supervisar todo lo que hacen, no quiero perderme nada, por eso estoy siempre liadísima, aunque reconozco que me encanta y disfruto mucho estando a su lado», explica a LA RAZÓN. Ahora, además, está ultimando los preparativos del bautizo, que tendrá lugar en dos semanas. Así que estos días, además de visitar exposiciones, coordina los menús, los regalos que entregará a los invitados de recuerdo... «Será un día de niños, porque, aunque Enzo es aún pequeño y no se enterará de nada, habrá muchísimos ''peques'' el día de la celebración. Eso sí, lo que en principio iba a ser una ceremonia íntima, no lo será tanto porque la lista de invitados inicial ha aumentado significativamente. Será un día maravilloso y estamos muy contentos», asegura Blanca. Por el momento, según cuentan sus padres, sus tres hijos «como cualquier niño, son moviditos y, a veces, traviesos, pero por lo general, nobles y simpáticos», matiza la madre de familia, para añadir que le encanta que traigan amigos a casa: «El otro día, Borja fue a buscar a Sacha al colegio y sin avisarme trajo a otros cinco amigos y estuvieron jugando toda la tarde. Fue muy divertido», añade.