Casa Imperial

Adoptar como solución a la crisis de sucesión en Japón

Plantean dos medidas jamás vistas para aumentar la línea de herederos al trono

La princesa Masako sonríe junto a su marido el príncipe Naruhito y su hija Aiko
La princesa Masako sonríe junto a su marido el príncipe Naruhito y su hija Aikolarazon

Japón atraviesa un gran problema de sucesión. De los dieciocho miembros actuales de la familia imperial, incluidos el ex emperador Akihito, de 87 años, y la ex emperatriz Michiko, de 86, que ya no desempeñan funciones oficiales, trece son mujeres. La Casa Imperial incluye la familia del emperador y cuatro ramas, y según las actuales normas de sucesión imperial patrilineal, las féminas no pueden optar al trono, por lo que el príncipe Fumihito, hermano de Naruhito, es el siguiente en la línea de sucesión y, tras él, su único hijo varón, el príncipe Hisahito de 15 años, el único heredero de su generación. Es ahí donde terminaría la línea sucesoria, ya que el tercero en discordia es el tío del emperador Naruhito y hermano del antiguo emperador Akihito, el príncipe Masahito de Hitachi, de 85 años, que no posee descendencia alguna.

El gobierno japonés contempla esta como una de sus grandes preocupaciones. Aunque las encuestas de opinión dejan patente un apoyo abrumador a permitir que las mujeres o los descendientes de un miembro femenino de la familia imperial asciendan al trono para asegurar una sucesión estable, los más conservadores se han opuesto firmemente a esa idea. Por lo que presentan dos opciones viables: permitir que las mujeres que se casen con plebeyos mantengan su estatus imperial y que los herederos masculinos de las antiguas ramas sean adoptados en la familia imperial mediante la revisión de la Ley de la Casa Imperial de 1947.

En la actualidad, las mujeres de la realeza nipona están obligadas a renunciar a su estatus imperial si se casan con alguien no perteneciente a la aristocracia, lo que hace que la familia real se reduzca. Un problema que se encuentra en el punto de mira del gobierno del país ante la esperada boda a finales de año de la princesa Mako, de 29 años, sobrina del emperador Naruhito, con su novio Kei Komuro.

Naruhito, el emperador emérito Akihito, la princesa Masako y la emperatriz emérita Michiko
Naruhito, el emperador emérito Akihito, la princesa Masako y la emperatriz emérita Michikolarazon

Según la agencia de noticias Kyodo News, el plan que baraja el gobierno es mantener el número de ramas sin cambios, conservando a los miembros femeninos casados o mediante la adopción de herederos masculinos de antiguas ramas de la familia imperial que abandonaron su estatus en 1947. Esto significa que la princesa Aiko, de 19 años, única hija del emperador Naruhito, y la princesa Kako, de 26 años, hermana de la princesa Mako y la otra hija del hermano del emperador, el príncipe heredero Fumihito, probablemente permanecerán en la Casa Imperial incluso después de pasar por el altar. El plan también contempla mantener otras dos ramas de la familia imperial permitiendo que las princesas mantengan su estatus. El objetivo es crear un entorno en el que la familia pueda apoyar al príncipe Hisahito. Según revela este mismo medio, el gobierno se asegurará de que la voluntad de los miembros femeninos se respete plenamente en el marco del plan y estudiará cuidadosamente su viabilidad: «Si no aseguramos un cierto número de miembros de la familia imperial de esta manera, no podremos tener suficientes miembros que puedan apoyar al príncipe Hisahito».

Un emperador adoptado

Esta segunda medida permitirá al príncipe Hitachi, tercero en la línea de sucesión, la adopción de un heredero varón, ya que dada su avanzada edad y su estado físico es prácticamente imposible que llegue al trono. Eso sí, la condición para ello es que el niño deba haber nacido en el seno de alguna de las 11 ramas colaterales de la familia imperial, vetadas desde hace años del trono del Crisantemo por la ley. De esta manera, el descendiente adoptado, adquiriría todos los derechos sucesorios, ya que también compartiría sangre con el primer emperador de Japón, Jimmu, y no se rompería la milenaria tradición.

Una posible solución a la crisis en el imperio que excluye, una vez más, a las mujeres como posibles emperatrices. El cambio de la Ley de la Casa Imperial, que no tiene cabida por el momento, supondría la opción más sencilla a este problema que arrastra el país desde hace años y que incluso ha llegado a afectar a la salud mental de la actual emperatriz Masako, que cayó en depresión tras su boda con Naruhito por la presión de traer al mundo a un hijo varón que sería el próximo heredero, algo que no sucedió.