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Cayetana de Alba, asidua a la cerveza

Cayetana de Alba, asidua a la cerveza
Cayetana de Alba, asidua a la cervezalarazon

Eligió para el cóctel un conjunto dorado y negro del ya consagrado Jorge Vázquez fabricado con un material artificial que realzaba su tipazo y belleza televisiva, tan desaprovechada. Hablamos en tres momentos de la convocatoria Follie Follie –en la que se recordó con frecuencia la campaña benéfica en Mozambique de la firma, ésa que llevó a Tamara Falcó al país africano; mucho habló la joven de su experiencia, y que algunos critican porque tiene cierto trasfondo promocional– y demostró estar en pie de guerra. O con ganas de afrontar el runrún actual, cuando ella siempre pasó de habladurías. Respondió con sinceridad a las preguntas sobre su ruptura con un alto cargo de la Magistratura, Enrique López, un «tipazo» de 51 años con el que ha estado los últimos seis meses. «Se ve que producíamos envidia de tan bien que nos encontrábamos. Se metieron terceras personas, enredaron y he tenido que terminar porque ya no aguantaba más», desveló. Ahí no acabó la cosa, tenía mucho que decir: «Es increíble lo que se va contando sin saber mi historia. Pero si han llegado a decir que nuestra relación empezó cuando aún convivía con mi marido, al que dejé hace dos años tras once juntos. No se pueden aguantar las barbaridades que idean para jorobar. Yo sigo enamorada, muy enamorada, pero no podía ser y... ¡bastantes platos fregué durante mi matrimonio!». Silvia lució unos altísimos «stilettos» que la hacían destacar entre el copeteo y la semipenumbra. Quiere recuperar su carrera televisiva «y de momento los lunes colaboro en ''Hablando de cocina'', con Jiménez Losantos, que me da mucha cancha y libertad. Hasta me introduce en sus tertulia políticas. También tengo dos cosas para ''tele'', pero hay que ver cómo está de mal y la poca humanidad que impera en el sector. Me tienen pasmada», comentó todo sinceridad ante la situación. Se ve que echa de menos otros tiempos en los que, al menos para ella, entre las gentes de la televisión se vivía un ambiente de más compañerismo.

En otro evento para la fundación Pequeño Deseo, una Cayetana de Alba tan vital como nos tiene acostumbrados pidió una Coronita con su desparpajo habitual, ajena a lo que piensen los demás. Así ha sido siempre. Cayetana nunca se dejó influir por los comentarios que podían hacer los demás sobre su persona. Siempre se distinguió por ser fiel a ella misma y ahora no va a cambiar. Tampoco es su deseo: Cayetana siempre se ha distinguido por su personalidad y por su carácter indómito, que le ha hecho una leyenda en vida.

El ambiente se animaba, pero, ¡ay!, los medios de comunicación presentes allí fueron boicoteados ante la sorpresa ducal y la de su esposo e hija, que no entendían el porqué de esta decisión a la que cuesta acostumbrarse. «Nos van a reñir por vuestra culpa», anticipaba Eugenia, con un luminoso aspecto físico al lado de Rosa Tous hija mientras jugaban con unas varitas de hada madrina ante Enrique Cerezo. El empresario acababa de llegar de Mónaco y se presentó con la mano izquierda escayolada desde el codo: «Una caída con fractura, ha sido tremenda la hinchazón en el viaje de regreso», reveló al joven y barbudo conde de Creixell, presidente del afamado Rioja Marqué de Murrieta. Este caldo es tan histórico como esa imparable y rejuvenecida aristócrata a quien su marido devolvió la ilusión. Alfonso lucía una barba de cuatro días que aún lo hacía más interesante. Nadie perdió detalle de sus movimientos, incluso cuando se disculpó para ir a la «toilette». Contaron los minutos que tardó en reaparecer aliviado. Le fiscalizan todo –a pesar de que ya es una presencia habitual en este tipo de eventos desde que fue, primero novio, y después esposo de la Duquesa de Alba– para no incurrir en inexactitudes. Esas inexactitudes que lamenta y denuncia Silvia que, ufana, mostraba las fotos de sus tres preciosos hijos. Son dos niñas y un niño, cuyas edades oscilan entre los once y los cuatro años. Tienen la expresividad materna y «la mediana es un torbellino que se pone mis taconazos para andar por casa. Me tienen robado el corazón», se emociona la presentadora. «¿Ese que no tiene dueño?», pregunto con picardía. «Ya hablaremos, porque nunca se sabe». Y lo dejó con un hálito de misterio que encaja con su facha de mujer imponente y cálida.