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Doña Pilar piensa ya en el verano en Palma

«Yo sé que tengo cáncer, que me han operado de cáncer y estoy divinamente». Una noticia que no ha sorprendido ni a sus amigos ni a la familia «porque lo sabemos desde el minuto uno», asegura una persona cercana

La Infanta Pilar continúa haciendo una vida normal
La Infanta Pilar continúa haciendo una vida normallarazon

El miércoles la Infanta Pilar salía de comprar flor cortada en el mayorista de la localidad de Alcobendas, en Madrid, al que suele acudir habitualmente para hacer sus encargos y ahí le esperaba una cámara de la agencia Europa Press.

El miércoles la Infanta Pilar salía de comprar flor cortada en el mayorista de la localidad de Alcobendas, en Madrid, al que suele acudir habitualmente para hacer sus encargos y ahí le esperaba una cámara de la agencia Europa Press. Ella misma lo aclaraba: «Yo sé que tengo cáncer, que me han operado de cáncer y estoy divinamente». Una noticia que no ha sorprendido ni a sus amigos ni a la familia «porque lo sabemos desde el minuto uno», asegura una persona cercana.

Doña Pilar no ha querido esconder su enfermedad, aunque tampoco era partidaria de dar más detalles públicos que el parte médico emitido por el hospital madrileño en el que la intervinieron. Y de hecho era cierto que sufría una obstrucción intestinal, pero el parte clínico no ampliaba detalles del motivo de dicha obstrucción. Ese metro y medio de intestino grueso estaba colapsado por culpa de una acumulación de células cancerígenas, de ahí que fuera un médico digestivo, Javier Nuño, especializado en cirugía oncológica y en problemas hepáticos, quien la operase. El alta médica se dilató casi tres semanas, pero la especialidad del cirujano, las dos inusuales visitas del Rey Emérito y las caras de los hijos al entrar y salir del hospital, no hacían presagiar buenas noticias. La Infanta, sin embargo, quitaba hierro al asunto: «Qué lata que me haya pasado en Mallorca porque he tenido que volver a Madrid».

Doña Pilar tiene otra vez ganas de instalarse en Palma. Suele ir a la isla en julio y regresar en octubre y si los médicos la dejan no lo dudará porque su agenda, aunque ha bajado un poco, sigue a buen ritmo. Mañana, sin ir más lejos, tiene pensado pasar el día con alguno de sus nietos en un castillo de las afueras de Madrid, con motivo de una jornada solidaria al aire libre.

Tampoco, desde que saliera del hospital hace tres meses, ha dejado de acudir a los comités del Rastrillo Nuevo Futuro con sus largas sesiones de ponencias. Ha disfrutado de la ópera, del Open de Tenis y sigue haciendo la compra en el súper. Además, está más ágil porque ha adelgazado y está menos hinchada. Dado su carácter fuerte, se vale por sí misma, aunque todos sus hijos estén muy pendientes de ella. No ha faltado a su cita con las urnas en el colegio Liceo Sorolla, donde también suelen votar el empresario Fernando Fernández Tapias y su ex yerno José Miguel Fernández Sastrón. Allí fue atendida por una Fierro Domecq, que estaba de vocal en la mesa 41 del distrito censal 9 que es el suyo.

Ya se sabe que hay pacientes a los que la quimioterapia les afecta menos. Ella es una mujer de salud débil con ánimo fuerte, el mismo que le ayudó a salir adelante después de la muerte por un cáncer de su marido y del tumor que superó su hijo Beltrán, hace 19 años. Hasta ahora sus dolencias, más allá de los achaques de una mujer que en breve cumplirá 83 años, eran las que ella misma relataba a LA RAZÓN: «Hace unos años estuve muy fastidiada con una pulmonía, también me han operado de la vesícula bilial, de las caderas y tengo un problema de bronquios y de artrosis».