Famosos
El testamento de Montiel verá la luz la semana que viene
No hay problemas fraternales de cara a conocer el testamento de Saritísima. Ayer se cumplió un mes de su repentina muerte justo, también, al mes de cumplir 85 años. Thais me cuenta que «es como si hubiera pasado hace un siglo. Todo lo tengo en una nebulosa y me parece irreal». Como ya anuncié el día que falleció, sólo hay dos herederos universales de un patrimonio que no tiene que ver con los vaticinios malintencionados que la creían arruinada. Nada más lejos de la realidad: además de las impresionantes joyas por las que ya se ha interesado Ansorena, hay un piso en el barrio de Salamanca, un dúplex donde vivía lleno de obras de arte firmadas por Barceló, Picasso, Dalí, Vicente Palmaroli o Eugenio Lucas. Otros siete pisos en la zona de Atocha y en la plaza de Jacinto Benavente.
Thais y Zeus ya tienen una copia del testamento original, que será leído antes de diez días. «Pero no habrá problemas, somos nosotros dos», me explica la hija, respaldada por Ana, la entregada dominicana que desde hace diecisiete años era la mano derecha, el apoyo doméstico y el desahogo de nuestra estrella más internacional. «No ha nacido otra cara como la suya, tenía una belleza única», reconocía embelesado Christian Matras, el fotógrafo de sus mejores películas, quien siempre alababa su lado izquierdo. Se espera la resolución municipal prometida por Ana Botella de poner su nombre a una calle madrileña. El nombre de la que empequeñeció el mito de su creadora Raquel Meller, que murió en el hospital barcelonés de la Cruz Roja donde la ingresó la condesa de Lacambra. Su cama la heredó el periodista Ángel Zúñiga, quien la instaló en su apartamento de Sitges. Otro desaparecido al que conocí bien. Esa inolvidable «Historia del cuplé», donde Zúñiga vertió filias y fobias antes de irse a Nueva York de corresponsal.
Surgió algo inesperado cuando el abogado de Sara anticipó a sus hijos el contenido de lo testado. Y no por su contenido previsible, sino ante la circunstancia de que, cuando Zeus entregó el DNI, descubrieron que lo tenía caducado desde hace dos años. Nella, la cubana tan entrañable de Montiel, se llevó un berrinche que superó por su cariño «a los niños». Regresó a Florida pero volverá. Y aunque Thais ya concierta con Ana un viaje, no será a Miami, donde aún está muy viva la pena por su madre. Necesita reposo y serenidad. Poner distancia a un desconsuelo lógico del que está excluida Cary Antón, que no llegó a esposa de López Vázquez. Cary abusó de la confianza de Sara, le hizo poner su nombre como directora a un espectáculo deleznable donde Máximo Valverde demostró lo mal actor que es y evita comentar, o más bien rechazar, su presunta implicación en la desaparición de cuatro cuadros. Fue una equivocación por parte de Sara, que se prestó a la carnavalada sobre Cleopatra de Tabarca «porque así Cary correspondía a pasar allí el verano», lo que hay que ver.
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