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Epstein montó su imperio sexual desde prisión

El multimillonario aprovechó los permisos penitenciarios y el tiempo encarcelado para crear un ejército de discípulas que forjaron su red de prostitución de menores.

Un grupo de mujeres en una protesta contra Epstein, en una foto de archivo
Un grupo de mujeres en una protesta contra Epstein, en una foto de archivolarazon

El multimillonario aprovechó los permisos penitenciarios y el tiempo encarcelado para crear un ejército de discípulas que forjaron su red de prostitución de menores.

Se suceden las novedades del caso de Jeffrey Epstein, multimillonario que apareció ahorcado en su celda de Manhattan, acusado por decenas de mujeres de abusos sexuales y de liderar una turbia red de proxenetismo. Las últimas noticias desde el frente legal apuntan a que apenas dos días antes de suicidarse firmó su testamento, donde constituyó un «1953 Trust», bautizado, en teoría, por su año de nacimiento. Al menos eso consta en unos documentos judiciales que según el New York Times fueron revelados el pasado lunes por las Islas Vírgenes, donde Epstein mantenía una de sus opulentas residencias. Su testamento refuerza la evidencia, constatada en el informe forense, de que Epstein muriese de su propia mano, y que había resuelto matarse con al menos 48 horas de antelación.

Sabía que su horizonte judicial sería infinitamente más complicado que el que afrontó en 2007, cuando obtuvo de la fiscalía del distrito sur de Florida, entonces dirigida por Alex Acosta, un pacto más que ventajoso en virtud del cual Epstein aceptó que su nombre figurase en el registro de delincuentes sexuales y acordaba indemnizar por una cuantía desconocida a las víctimas que lo habían denunciado. A cambio sólo fue sentenciado a 13 meses de cárcel en una prisión de mínima seguridad, con permisos para ausentarse durante 12 horas al día y hasta seis días a la semana. La disculpa para un enjuague legal inaudito en un Estado como Florida, donde delitos similares podrían haberle fácilmente procurado una condena a cadena perpetua, fue que el señor Epstein, arrepentido, no pensaba reincidir.

Gracias a sus generosos pases especiales podría atender a sus negocios, que con frecuencia le llevaban a volar lejos de EEUU y en los que trataba con muchos de los personajes más poderosos y conocidos de la época. Científicos, políticos, aristócratas, artistas, deportistas... su agenda era un un quién es quién del poder en EEUU. El mismísimo Donald Trump, uno de sus buenos amigos en los días de vino y rosas, había explicado en 2002 que conocía «a Jeff desde hace quince años», «Es un tipo estupendo», dijo, «Es muy divertido estar con él. Dicen que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mi, y muchas de ellas caen del lado más joven. No hay dudas sobre eso. Jeffrey sabe cómo vivir la vida». Tan jóvenes que, de hecho, varias de las mujeres que le demandaron en 2007, y no pocas de las que lo han hecho en 2019, aseguran que tenían menos de 18 de edad, algunas 14, cuando mantuvieron relaciones sexuales con Epstein o con sus conocidas amistades.

Red de servicios sexuales

El acuerdo judicial de hace una década resultaba tan escandaloso que le costó el puesto a su urdidor, Alex Acosta, entonces fiscal del Distrito y hasta mediados del mes de julio secretario de Estado en la Administración Trump. Y el escándalo habría sido mayor si entonces hubiera trascendido que al parecer Epstein aprovechó los permisos penitenciarios, mientras cumplía su condena, para reclutar a menores en su red de servicios sexuales. Una información adelantada por Alex Johnson en la NBC explica que Epstein «mantuvo relaciones sexuales con niñas menores de edad mientras estaba en libertad cumpliendo una sentencia de cárcel en Florida bajo la supervisión de los alguaciles». También obligó a una mujer a casarse para que esta pudiera obtener los papeles necesarios para residir en EEUU.

El muerto, enemigo público número uno en las semanas que siguieron a su segunda detención, habría empleado a «un ejército de “discípulas” a través de una compleja red de empresas durante muchos años para reclutar a niñas y mujeres jóvenes para tener relaciones sexuales con él». Son acusaciones severas, que se desprenden de una nueva batería de demandas presentadas ante el Tribunal de Distrito de Manhattan, y que mencionan hasta «siete negocios o fundaciones que supuestamente ayudaron a Epstein». Se supone que las demandantes también reclamarán ser resarcidas a cuenta de la fabulosa fortuna amasada por Epstein, que ascendía a no menos de 500 millones de dólares y de la que se desconoce quienes son los beneficiarios y/o responsables. El periódico británico «The Sun», «también ha informado de que el príncipe Andrés coincidió en al menos dos ocasiones a bordo del Lolita Express, el jet privado de Epstein, con la presunta esclava sexual del millonario, Virginia Roberts, que entonces tenía 17 años. También ha trascendido que, según

Roberts, Epstein se hizo enviar desde Francia tres niñas de doce años como «regalo» de cumpleaños. El «New York Post» reproduce algunos de los párrafos del testimonio de Roberts, que habría sido captada como esclava a la edad de 15 años. Entre otros, que «Jeffrey se jactó de que eran niñas de 12 años y que habían volado desde Francia porque allí eran muy pobres, y que sus padres necesitaban el dinero o lo que fuera, y de que eran absolutamente libres de quedarse y volar». También que «sin dejar de reírse, Jeffrey dijo que era absolutamente brillante lo fácil que el dinero seducía a cualquiera, y que no había nada ni nadie que no pudiera comprarse».

Según Efe, tres nuevas demandas presentadas este martes en Nueva York han revelado nuevos datos que salpican a Ghislaine Maxwell, la supuesta «madame» de Epstein. Según estos tres documentos, Maxwell no solo fue quien presentó a una de las jóvenes, identificada como «Priscilla Doe» al financiero, sino que también le instruyó en la manera de complacerlo sexualemente, incluyendo sexo oral. La joven afirma haber estado en la isla privada de Epstein y haber conocido a personas relevantes como el Sultán de Dubai o Woody Allen.