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Karina: La jubilación mileurista la hace volver al escenario
A sus 72 años, presenta nuevo disco y gira. «Me viene bien volver, pero no estoy arruinada», asegura.
A sus 72 años, presenta nuevo disco y gira. «Me viene bien volver, pero no estoy arruinada», asegura.
A sus setenta y dos años, y con una pensión de jubilación que no llega a los mil euros mensuales, Karina «resucita» en el panorama artístico con un nuevo disco y una gira que le conducirá a semanas de promoción y a una gira en 2020 por las principales ciudades españolas, con canciones antiguas, como «El baúl de los recuerdos», «Romeo y Julieta», «En un mundo nuevo» o «La fiesta», adaptadas a los ritmos modernos, así como versiones de algún tema del grupo ABBA, como «Va todo al ganador» y un remix en el que tiene cabida «Las flechas del amor».
La sorpresa de la gira la trae de la mano de la kizomba, un baile de origen angoleño muy erótico, con movimientos sensuales con la cadera, ideales para bailar en pareja. Fortaleza e ilusión no le faltan a quien ahora dedica su tiempo, casi por entero, a sus hijas y sus nietos. Pero quien tuvo, retuvo, y echa «muchísimo de menos el contacto con el público y las actuaciones en directo. La música es mi vida, y en cuanto me ofrecieron grabar el disco no me lo pensé dos veces, porque queda Karina para rato. Ya sé que no soy aquella que llenaba auditorios, pero también veo lo mucho que me quiere la gente cuando voy por la calle. Ya estoy jubilada, sí, y después de toda una vida trabajando, casi desde que era una niña, mi pensión no llega a los mil euros. Con todo lo que yo he cotizado... Me viene bien volver, aunque soy consciente de que vivir de la música, a estas alturas de la vida, es muy difícil».
Que nadie piense que «estoy arruinada, porque no es verdad. Vivo modestamente dentro de mis posibilidades. No soy mujer de grandes lujos y me he adaptado a mi situación actual. Mis grandes amores son mis hijas y mis nietos, ellos son los que me llenan de felicidad».
Karina era una anónima empleada de unos grandes almacenes cuando su participación en un concurso radiofónico le abrió de par en par las puertas del mundo de la canción, porque el premio a la ganadora era participar en el Festival de Benidorm. Ahí empezó, una carrera musical que le llevó a convertirse en una de las cantantes más famosas en las décadas de los sesenta y los setenta. Con el tema «El baúl de los recuerdos» alcanzó el número uno de la prestigiosa lista de los 40 Principales y el reconocimiento público de amigos y compañeros como Rocío Jurado o Nino Bravo.
Cuando se cumple el cincuenta aniversario del lanzamiento de «Las flechas del amor», una de las canciones más emblemáticas de la música española del siglo XX, Karina confiesa que en su vida ha primado más el desamor, y que la letra del tema que ella popularizó y con el que tantos discos vendió, no se puede aplicar, ni por asomo, a su mediático currículum sentimental, más lleno de fracasos que de aciertos.
Hoy, medio siglo después, recuerda parte de la letra de esas «flechas del amor» que pasaron de largo en su existencia o que solo le trajeron relaciones abocadas al fracaso.
No puede evitar reírse cuando le vienen a la mente frases como «esas flechas van contigo donde quiera que tú vas, están entre tu pelo y tu forma de mirar, son las flechas que se clavan una vez y otra vez más... se reparten pues Cupido viene y va».
Pero Cupido no fue generoso con esta mujer de cuerpo menudo y que no aparenta la edad que figura en su carnet de identidad. El ángel del amor le llevó por el camino equivocado, haciéndole sufrir y llorar más que reír y amar. De todos los hombres que pasaron por su vida, solamente «tengo buena relación con el padre de mi hija mayor, con Carlos Manuel Díaz, que siempre ha sido y es un todo un señor. Con el resto, nada».
Ni tan siquiera con el televisivo peluquero Juan Miguel Martínez, padre de su hija pequeña, guarda grandes recuerdos, y simplemente se ponen en contacto de vez en cuando.
Una relación, la que mantuvo con el estilista, que guarda semejanza con otro de sus temas más escuchados, «Él me mintió». Ya que la relación que mantuvieron les desunió más que unirles, agravada por los presuntos gustos homosexuales del castellonense. Cuentan que un día Karina le descubrió en su casa acompañado por un joven efebo, al que él definió como un amigo especial. La última vez que coincidieron bajo el mismo techo fue en octubre de 2018, en la boda de su hija Rocío con Vicente Capdevila en las Termas Marinas El Palasiet ( Benicassim). Y dicen que acabaron discutiendo.
Salir del armario
Hoy, la entrañable artista reconoce que «alguno de los hombres de mi vida se acercó a mí, seguramente, para ocultar sus verdaderos gustos sexuales, no se atrevían a salir del armario», en clara referencia al peluquero y a otro, que ella califica como «el innombrable», del que se dice que frecuentaba clubes gays de la costa malagueña. El mismo que alardeaba de ser uno de los videntes más famosos de España, aunque nunca se le conoció acierto alguno. Por mucho que los amigos le avisaran de la poco acertada elección de pareja, la jienense hizo caso omiso a las recomendaciones, hasta que la actitud del personaje le hizo abrir los ojos a la negativa realidad. En esa lista de amores desenamorados están también Miguel León y el fallecido Tony Luz. Con el paso del tiempo, María Isabel Llaudes Santiago, nacida en Jaén, el 4 de diciembre de 1946, ha llegado al convencimiento que muchas veces es mejor estar sola que mal acompañada. «Desgraciadamente, nunca llegó a mi vida el hombre adecuado, en este aspecto he tenido muy mala suerte. Hace años que ni espero ni busco el amor. No lo necesito. Vivo muy tranquila sin pareja y así pienso seguir».
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