Casas reales
El día en que Carlos se sintió rey
El príncipe de Gales comienza a tomar el relevo de Isabel II y recupera sus índices de popularidad: el 45 por ciento de los británicos lo prefiere como heredero frente a Guillermo
Es la persona que más tiempo lleva en la historia de Reino Unido como heredero a la Corona. Pero, a punto de cumplir los 65 años, el príncipe Carlos está más cerca que nunca del trono. Tras la decisión de Isabel II de mandarle, por primera vez, en representación suya a la cumbre bianual de la Commonwealth, y tras su presencia esta semana, junto con su esposa Camilla, en el llamado «discurso de la reina» –algo que no ocurría desde 1996–, el primogénito se ha convertido en el gran protagonista y ha puesto el debate sobre el futuro de la monarquía de nuevo encima de la mesa. Los expertos en realeza consultados por LA RAZÓN dan por sentado que la soberana, de 87 años, no tiene intención de abdicar, pero sí admiten la posibilidad de una regencia que facilite una «transición suave» en favor de su hijo mayor.
En una ocasión, en la intimidad, la reina confesó a un amigo de confianza que no tenía intención de pasar a la historia como «Isabel, la última». Está claro que la popularidad de la que goza en estos momentos hace impensable si quiera la posibilidad de una república para el país. Pero la pregunta es: ¿Carlos es la persona más idónea para tomar su relevo?
Hablar menos y pensar más
Lo cierto es que Isabel II ha puesto el listón muy alto. Es más, los analistas aseguran que su carácter tímido y reservado y el papel que cumple a la perfección como monarca podrían convertirla en una «especie en extinción». No cabe duda de que su autocontrol incansable durante los 60 años que lleva en el trono ha proporcionado una clase magistral de cómo hablar menos y pensar más. Pero la lección, por desgracia, no la ha aprendido su hijo. Las palabras del viudo de Lady Di durante las celebraciones el año pasado en el Jubileo –donde incluso llegó a llamar «mami» a la reina, mostrando su lado más cercano– le valieron un impulso en las encuestas. Por primera vez en seis años, el príncipe de Gales se convertía en el más popular. Casi la mitad de los británicos –el 45 por ciento– lo preferían como heredero frente al 37 por ciento que se decantan por Guillermo.
No es que la simpatía por el hijo mayor de Diana haya disminuido. Todo lo contrario. Desde su boda con Kate y el anuncio de su futura paternidad, el segundo en la línea de sucesión es más querido que nunca por el pueblo. Y es precisamente por el cariño que sienten los británicos hacia la joven pareja por lo que quieren darles más tiempo para disfrutar de su matrimonio antes de meterles en obligaciones de palacio.
Pero salvo excepciones como ésta, los comentarios de Carlos siempre han sido de lo más inoportunos. En los ochenta, sus planes para estimular «la rehabilitación del centro de Londres» irritaron profundamente a Margaret Thatcher. Durante el Gobierno de Tony Blair también protagonizó titulares advirtiendo de que «si se cambiaba la ley para la caza del zorro abandonaría el país y pasaría el resto de su vida esquiando». En 2010, su total oposición a un proyecto inmobiliario de la empresa Qatari Real Estate Investment llevó supuestamente a la familia real qatarí a retirar su apoyo al proyecto inicial del conocido arquitecto Richard Rogers. En su lugar, Carlos pidió tomar en consideración el trabajo de su arquitecto favorito, Quinlan Ferry, rompiendo así toda la neutralidad que se le presupone a una persona de su rango.
El portavoz de Clarence House –su residencia oficial– asegura que «su tono será más discreto» cuando sea rey, pero él no parece muy dispuesto a cambiar de hábitos. Es más, en una polémica entrevista hace tres años, el príncipe de Gales aseguró que supondría «un aire fresco en Palacio» y que si esto no gustaba a sus padres, «mala suerte». En el texto, publicado «Vanity Fair», también aprovechó para quejarse por la elección que la reina había hecho para su colegio y su universidad. Carlos estudió en Cambridge.
Robert Blackburn, profesor de Derecho Constitucional en el Kings College de Londres y autor de un libro sobre las implicaciones del papel de Carlos en la monarquía, considera que el príncipe Guillermo podría tener que hacerse cargo del trono si su padre no deja de inmiscuirse en los asuntos políticos. Y es que, mientras que Isabel II se ha visto obligada a recibir a dictadores extranjeros con los que no comulgaba, como el tirano rumano Nicolae Ceausescu, el heredero al trono escribía al Ministerio de Exteriores quejándose por la ocupación del Tíbet y describiendo a los líderes chinos como «figuras de cera y viejos terribles».
El desafío de Camilla
Además de su estilo de vida –cuenta con seis casas, 11 secretarias, un gran séquito de sirvientes, una lujosa colección de coches y unos ingresos anuales de 17 millones de libras–, el otro gran obstáculo del heredero es su esposa. A pesar de que Camilla Parker Bowles ha ganado popularidad en los últimos años y ha sabido mantenerse en un discreto segundo plano sin querer nunca imitar el papel de Lady Di, a día de hoy aún es una incógnita si en el futuro podría convertirse en reina consorte. Cuando en 2005 se anunció la boda entre el príncipe de Gales y la que había sido el gran amor de su vida, el comunicado oficial especificó que tras el enlace, sería conocida como Duquesa de Cornualles. Se añadía la «intención» de que, tras el ascenso al trono de Carlos, fuera conocida como princesa consorte. Pero el heredero nunca ha perdido la esperanza de conseguir el gran título para su amada. Sobre todo ahora, que el pueblo no para de referirse a Kate como la próxima reina. Con todo y con eso, lo tiene difícil, ya que los anglicanos –religión de la que el monarca es el máximo responsable en el Reino Unido– no aprueban que el arzobispo de Canterbury bendiga la unión de dos adúlteros confesos.
Hoy por hoy, el 80 por ciento de los británicos sigue apoyando la monarquía. Pero habrá que esperar para saber cuál será el futuro de la Casa Windsor cuando el «eterno heredero» se convierta en Carlos III.
¿Se pospone el relevo?
Tanto Guillermo como la amada Kate Middleton parecen estar más preparados para reinar que el príncipe de Gales. Pero el incipiente alumbramiento del futuro heredero de la corona –sólo quedan cinco meses para el evento– hace que el matrimonio quiera disfrutar de su familia antes de comprometerse con las responsabilidades de palacio. Por eso, el duque de Cambridge ha decidido dejar las Fuerzas Aéreas, y tanto Camilla (que el año pasado obtuvo por fin el reconocimiento de Isabel II, que la nombró Dama de la Gran Cruz) como Carlos de Inglaterra se han apresurado a mostrarse como una alternativa convincente, y más ahora que el recuerdo de Diana de Gales parece estar desapareciendo: el museo de Lady Di va a cerrar por falta de visitas y fondos, algo que ha entristecido a sus hijos.
El zoom
por el doctor Antonio Licitra*
Cambio de cara por 4.500 euros
- ¿Qué partes del rostro se ha retocado Camilla?
Se ha realizado un mejoramiento del óvalo facial, además de un remarcado sutil de los pómulos, e incluso me atrevería a decir que se ha reducido el surco nasogeniano (rictus). Todo ello podría responder a algún tratamiento realizado a base de «fillers» (rellenos de ácido hialurónico) a nivel superior del rostro y a nivel del óvalo facial.
- En cuanto a la textura de su piel, ¿se ha sometido a algún tratamiento?
Sí, en las fotografías se aprecia un proceso de mejoría, probablemente realizado a base de mesoterapias faciales, peelings o láser, incluso con alguna combinación de estos tratamientos, pero sería necesario analizar su rostro en persona para saberlo con total exactitud.
- ¿Qué suma podrían alcanzar todos los tratamientos que se ha realizado?
Es complicado porque no se sabe con exactitud lo que se ha hecho, pero perfectamente podrían rondar los 4.500 euros.
*Especialista en Medicina Estética y director médico de Med Estetic
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