Los Ángeles
Scott Eastwood, el poder de la genética
Esa masculinidad demoledora que desprende –y que resulta tan arrogante como magnética– es una de las cualidades que le han elevado a la categoría de estrella incipiente de Hollywood. Sin embargo, la luz que arroja desde esa mirada dolorosamente bella amenaza con eclipsar a alguno de los astros ya consolidados. No es de extrañar que le teman en la meca del cine: el poderío de sus genes tintinea en cada una de sus poses y parece que en cualquier momento va a pronunciar aquella arrolladora amenaza: «El mundo se divide en dos, Tuco: los que encañonan y los que cavan. El revólver lo tengo yo, así que ya puedes coger la pala», con la que su padre aumentó su leyenda cinematográfica en la piel de «Harry el sucio». Pero que nadie se lleve a engaño: Scott Eastwood reivindica el legado de su apellido, pero confía con abrumadora seguridad en el potencial de su nombre propio. Ahora, a su prometedora carrera cinematográfica –se ha confirmado su presencia en «Fury», un filme en el que compartirá cartel con Brad Pitt y Shia LaBeouf–, se le suma su fulgurante éxito en las redes sociales, un fenómeno en el que mucho ha tenido que ver la sesión de fotografías que ha protagonizado para el número de octubre de la revista «Town and Country». Las imágenes, de temática náutica, han dejado sin respiración a millones de jóvenes que se rinden ante sus atributos físicos. A sus 27 años, Scott, con su marcada masculinidad y sus ojos azules, también ha mostrado cómo el torrente de la genética puede apoderarse de sus gestos, aunque se apresura a aclarar que no todo ha sido fácil en su vida. «La gente supone que tengo todo al alcance de la mano, pero no, nada está más lejos de la realidad», asegura el joven antes de empezar a recitar los trabajos que ha tenido que ejercer para ganarse la vida, entre ellos, los de camarero y trabajador de la construcción. Experiencias que, según defiende, han contribuido a su desarrollo como actor: «El lema de mi padre en su trabajo es ser honesto porque así experimentas la vida y eso te ayuda a contar historias».
Fruto de la relación de Clint Eastwood con la azafata Jacelyn Reeves –con quien compartió un romance secreto en los últimos tres años de su relación de 14 años con Sondra Locke– , Scott se crió entre la casa paterna de Carmel (California) y la que su progenitora tenía en Hawái. La obsesión por ganarse a pulso su propio espacio en el universo cinematográfico le llevó en sus inicios a evitar utilizar el apellido de su padre e intentó darse a conocer como Scott Reeves. «Todos los agentes y representantes con los que trabajaba querían que yo fuera Eastwood», explicaba el joven hace unos años. «Entonces yo les preguntaba: ''¿Queréis representarme?'' Pues yo soy Scott Reeves», aseguraba. Ahora, con 17 títulos a sus espaldas y una carrera encaminada, Scott ya no teme al apellido Eastwood y reivindica las enseñanzas de su padre: «Lo admiro porque es un hombre de verdad», asegura el joven, quien reconoce que le encantaría emular esa cualidad de su padre. Talento y físico no parecen faltarle para ello. «Me pasé la vida de rodaje en rodaje ganándome a pulso que me mantuvieran allí, lo cual es bueno. Fue una gran escuela porque yo no quería ser sólo "el hijo de"sino parte del equipo», recuerda el joven. Tampoco le faltan iniciativas: se mudó hace dos años a San Diego y allí tiene un bar que él mismo atiende y donde vende el whisky que ha creado y al que –esta vez sin reparos– le ha puesto el apellido de su padre:el Eastwood Whisky. Amante del saxofón, Scott comparte con su padre su pasión por la música y el cine y, una vez conquistado su pequeño espacio en el mundo profesional, se ha dejado ver en el reparto de algunas de las producciones vinculadas a su padre, como «Gran Torino» e «Invictus». Ahora, en la cresta de la fama, tiene tres filmes pendientes de estreno este año –entre ellos, «The Perfect Wave» y «Boulevard H»– y nuevos proyectos en el horizonte. Su estrella, sin duda, ya brilla con luz propia.
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