Presentación

Un inversor venezolano salva Miss España

Un inversor venezolano salva Miss España
Un inversor venezolano salva Miss Españalarazon

No resulta fácil vencer la tentación de emplear aquí el mito del Ave Fénix, y el emblemático batir de sus alas tras resurgir de sus cenizas, para plasmar cómo, después de meses de polémicas –y con litigios judiciales todavía abiertos–, los denostados certámenes de belleza nacionales han conseguido alzar el vuelo y marcar un hito al tocar el cielo de una clasificación histórica. Sí, en España nunca se había alcanzado en el mismo año un segundo puesto en Miss Universo y un quinto en Miss Mundo pero, para ser justos, en realidad habría que aclarar que no se trata de una resurrección, sino de un nuevo planteamiento: «Antes las chicas iban a estos concursos a participar, ahora van a ganar. Se ven seguras y preparadas». El autor de esta sentencia no es otro que Guillermo Escobar, director de Miss Universe Spain y Miss World Spain y ex empleado de Miss España que, tras el hundimiento del certamen clásico, decidió crear dos nuevas sociedades –Be Beautiful Spain y Talent&Beauty– para elegir a las representantes españolas en los dos concursos de belleza internacionales más importantes, de los que ahora posee la licencia de explotación.

Por dos puntos

De hecho, hace justo un año que LA RAZÓN desveló el ocaso de Miss España, que acumulaba varios impagos, y la suspensión de la nueva edición ante la estupefacción de varios delegados provinciales que ya habían abonado el importe de los derechos de participación. Tras su declaración en concurso de acreedores el pasado febrero y la confirmación de su defunción empresarial, en el reguero de deudas y víctimas que ha dejado la sociedad se encuentra el propio Escobar, a quien deben, al igual que a otros ex empleados, varios meses de salario. Por eso, en la precaria situación en la que se encontraba, para la puesta de largo de su nuevo proyecto necesitó la ayuda financiera de un socio venezolano, el empresario Ramiro Finol, vinculado al sector de la moda en varios concursos latinoamericanos. Así que, por paradojas del destino –y por la falta de un patrocinador nacional–, al final, el nuevo certamen también está asociado –al menos, financieramente–, a la factoría bolivariana, país referente en la coronación de misses universo, tal y como ha confirmado Gabriela Isler, que hace una semana arrebató a la candidata española el ansiado título por dos puntos. «He tenido que hacer una inversión en la oficina, los empleados... He envejecido cuatro años en estos últimos doce meses», asegura Guillermo Escobar. Para el despegue del proyecto necesitó la ayuda financiera de Finol que, aunque fue miembro del jurado en la elección de Patricia Yurena Rodríguez como Miss Universe Spain, su figura ha sido más bien «simbólica» en la organización. «Sin su ayuda económica hubiese sido imposible hacer realidad esto», afirma Escobar. No es de extrañar que, en su primer año como gestor de las licencias de Miss Mundo y Miss Universo, el gestor de los certámenes españoles sienta «una satisfacción tremenda» al ver los resultados. «Hemos invertido sobre todo en las candidatas, ellas son nuestra principal baza», afirma. El resultado salta a la vista: desde 1985, ninguna española conseguía un segundo puesto en el certamen de Miss Universo. Las claves, según la nueva delegación, son la transparencia empresarial y la formación de las concursantes. De momento, la fórmula no sólo parece funcionar, sino que ha devuelto algo de brillo a los certámenes de belleza, tocados desde hace años por la polémica. «El chascarillo en el certamen de Miss Universo es: ''Cuidado con España que viene pisando fuerte''. Están encantados con nosotros, entre otras cosas, porque hemos empezado a trabajar con valores internacionales, más allá de la belleza, como los proyectos sociales que se defienden en Miss Mundo», comenta Escobar.

Y así, mientras Miss Universe Spain y Miss World Spain avanzan confiadas tras los buenos resultados obtenidos en su primer año de andadura bajo la batuta de Guillermo Escobar, el clásico Miss España permanece amordazado bajo las deudas y el entramado judicial que debe dirimir el futuro de una marca histórica que, sin embargo, ha perdido gran parte de su valor económico al dejar de poseer las licencias de explotación internacional. A pesar de todo, como ya adelantó este periódico, una multinacional europea vinculada al sector de la belleza sigue interesada en la reflotación de la marca tradicional. Eso sí, su oferta se ciñe a 1.500.000 euros, lo que supone un conflicto entre las partes contingentes: por una lado, Julio Martín, el último propietario de la empresa, y por otro, Andrés Cid, el hombre al que compró Miss España por 2.700.000 euros y al que todavía no habría abonado los pagos. «La situación está a expensas de lo que digan los juzgados y hasta que no haya una resolución de la demanda interpuesta por Cid hacia Martín, no se aclarará. Las partes están enconadas», afirma Enrique Aznar, ex director de Miss España, que actúa como mediador entre en la mesa de negociación. Con todo, mientras el futuro del certamen clásico está sumergido en un mar de incógnitas, la nueva delegación avanza firme y segura, con el beneplácito internacional, en busca de nuevas guapas con la que seguir creando –también– marca España.