París
«Valérie prepara su venganza»
Nadia Le Burn lo advierte. Si Trierweiler se considera maltratada, no se va a quedar callada y devolverá los golpes.
Atrincherada en La Lanterne, Valérie Trierweiler sufre de soledad. Hace dos semanas que el escándalo del amor secreto de François Holllande salió a la luz. En ese antiguo pabellón de caza de Luis XV, anexo al Château de Versalles, la Primera dama de Francia se repone de la infidelidad, lame sus heridas y prosigue su cura de reposo al margen de periodistas, paparazzi y demás curiosos. Pero, en su lucha por salvar la pareja presidencial, se siente sola.
Su principal refugio: su madre, sus hijos y sus hermanos. Son verdaderamente un pilar fundamental para ella. Su punto de anclaje, cuenta a LA RAZON Nadia Le Brun, coautora de «Valérie Trierweiler. La dama de picas» (Éditions First, 2012). El pequeño de su progenie, Léonard, de 16 años, se ha convertido estos días en un improvisado y popular portavoz. Emulando a su madre con incisivos «tuits» contra el servicio médico que le impedía visitarla, o agradeciendo los múltiples apoyos recibidos.
Por lo demás, su entorno se reduce a un puñado de allegados, como Patrice Biancone, su director de gabinete. Sus amistades en el oficio periodístico, se contarían con pocos dedos. En la profesión no es muy apreciada. Muchos le reprochan cierta arrogancia, distancia. Aunque luego es frágil. Alguien muy dual, explica su oficiosa biógrafa, apenas asombrada por la explosiva reacción de la primera dama, colérica y a flor de piel, ante el sonado adulterio de su hombre, y a la sazón, presidente de la República.
Enganchada a sus parejas
«No me sorprende, porque, desde que empecé a investigar la vida de Valérie Trierweiler, me di cuenta de que estaba frente a una mujer con un destino novelesco. Primero por su familia: burgueses acomodados venidos a menos, ya que el abuelo banquero terminó en bancarrota y abandonó el hogar. Pero también en su vida amorosa es una heroína de novela, completamente enganchada a sus parejas. De hecho, su primer matrimonio llegó muy pronto. Se casó con un joven parisino, amante del surf, al que conoció un verano y con quien se marchó a vivir para casarse poco después. A su segundo esposo, Denis Trierweiler, le conoció en ''Paris Match'' y con él tendría a sus tres hijos. Y siempre ha sido ella quien ha dominado en sus parejas, de manera apasionada, exclusiva y celosa», apunta Le Brun. Salvo que en esta ocasión, por primera vez, es ella la víctima. A ella le angustiaba la idea de llegar al Elíseo. Sabía que cuando un hombre asume las más altas responsabilidades del Estado, lo pierde en cierta manera, porque la prioridad pasa a ser la política, el cargo. Sin olvidar que, como cuenta el libro ''Sexus politicus'':el poder da alas».
En estos quince fatídicos días, las relaciones con el jefe del Estado se han deteriorado hasta al punto de que apenas se hablan. Y cuando lo hacen, el socialista, ajeno al perdón de la primera dama, se muestra frío y distante. Pero la crisis sentimental se ha adentrado en un pantanoso terreno que el presidente ni había imaginado. La hospitalización de la «first lady» dio al traste con los planes del Elíseo, que habría previsto anunciar la ruptura en un comunicado inmediatamente después de que la revista «Closer» publicara a todo color el clandestino romance de Hollande con la actriz Julie Gayet.
Sus detractores la acusan de exagerar su dolor e, incluso, de chantajear al presidente, al que ha colocado contra las cuerdas, y cuya indecisión podría pasarle factura política. Sólo quedan veinte días para su visita oficial a Estados Unidos y Hollande todavía no ha aclarado si Valérie Trierweiler seguirá siendo la primera dama y su compañera de viaje. Hay quienes, incluso, sugieren que lo que le preocupa a la ultrajada periodista es su situación material, pues, según «Le Figaro», su patrimonio se reduce a una casa compartida con su ex en las afueras de París y una magra cuenta en el banco. «Paris Match» la sigue pagando un sueldo por su crítica literaria semanal, pero la elección de Hollande le obligó a abandonar el programa de entrevistas políticas que presentaba en la cadena D8, su principal fuente de ingresos.
Sin embargo, la tesis de que la consorte oficial se quiere aferrar a su función para mantener su posición no convence a la autora de su biografía no autorizada: «A Valérie le importan poco los privilegios. No es una mujer interesada por el dinero. Es una mujer enamorada, que ha sufrido un ''shock'', ha sido humillada y que quiere salir de esta situación dignamente. Eso sí, si al final la reconciliación es inviable, espera poder pasar página con la cabeza alta. Pero, si estima que su dignidad no ha sido respetada, que nadie piense que la periodista va a permanecer callada. Si se considera maltratada, está claro que devolverá los golpes, que dirá su verdad y eso es peligroso, ya que, en estos casi dos años en el Elíseo, ha tenido tiempo de conocer secretos de Estado», previene Nadia Le Brun, que advierte que su biografiada no se dejará pisotear.
Impopular en el Elíseo –donde no la echarán de menos si no vuelve–, tampoco cuenta con la simpatía de los franceses: sólo el 8 por ciento tiene opiniones favorables, que no acaban de digerir que la pareja presidencial no esté casada. «Como las favoritas del Rey en la época monárquica, a Valérie se la ve como la concubina de la República», asegura Le Brun, convencida de que este culebrón pasará a los anales de la Historia.
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