San Sebastián
Lazos de bilis: las terribles confesiones de Cayetano dinamitan la Casa de Alba
La venganza de Cayetano de Alba: "Mi hermano me echó de casa cuando se convirtió en Duque"
El desgarrador testimonio de Cayetano Martínez de Irujo en el programa de TVE, “Lazos de sangre”, desvela la dura infancia del más joven de los hijos varones de la Duquesa de Alba.
El desgarrador testimonio de Cayetano Martínez de Irujo en el programa de TVE, “Lazos de sangre”, desvela la dura infancia del más joven de los hijos varones de la Duquesa de Alba. El programa, dedicado a la figura de su primer marido y padre de sus seis vástagos, Luis Martínez de Irujo, ha desatado una gran polémica tras las declaraciones de Cayetano que aseguró haber vivido un horror tras los muros del Palacio de Liria. Malos tratos por parte de una nanny, una madre distante como una “emperatriz”, la difícil relación con el segundo marido de su madre, Jesús Aguirre y la escasa complicidad con sus tres hermanos mayores, le llevaron a buscar ayuda psiquiátrica y seguir terapia psicológica durante 30 años para superar su traumática infancia y juventud.
Cayetano, que asegura que no fue nunca feliz, no dudó en confesar todos sus traumas infantiles en un desgarrador relato que ha conmocionado a todos y que no ha sentado muy bien al titular del Ducado de Alba por su crudeza. El primero de ellos fue la muerte de su padre, en 1972, cuando él tan sólo tenía ocho años. Cayetano no perdona a su madre que ocultara a toda la familia, incluido a su propio esposo, su enfermedad, una leucemia que le llevó a la muerte en pocos meses y lo que fue aún más duro: su muerte en Houston, mientras él y su hermano Fernando, rezaban durante diez días por su recuperación en la capilla del Palacio de Ayete en San Sebastián sin saber que ya había fallecido. Cayetano, no pudo reprimir las lágrimas cuando recordó el momento en que le comunicaron la muerte de su padre: “no podía hablar de ello hasta hace poco. Fue uno de mis hermanos el que nos comunicó la noticia. Nos sentó ahí y nos dijo: papá está en el cielo. Todavía se me sube la emoción. Que no te hayan dejado despedirte de tu padre fue lo peor...Creía que nos había abandonado y tuve que ir al psiquiatra. Encontré la paz cuando mi psiquiatra me dijo: tu padre no te abandonó, está contigo.”
El menor de los hijos varones de Cayetana de Alba asegura que el origen del escaso arraigo familiar de los Alba es culpa de su madre: “ Mi madre que era hija única, no supo gestionar la familia y de ahí ha venido la desunión”. El Conde de Salvatierra asegura que “mi madre era como una emperatriz, sólo nos daba órdenes... y mi padre era más humano, nos daba un beso, nos hablaba, nos leía un cuento y sobre todo, se volcaba con los más débiles, como mi hermano Fernando, que entonces lo era, ya que de pequeño tuvo muchas operaciones y problemas”.
Tras la muerte de su padre, Cayetano recuerda con horror, una infancia sin cariño, una madre que “con nosotros era implacable, era muy dura” y unos hermanos mayores con los que no tenía nada en común: “no tengo nada que ver con mis tres hermanos mayores, es como si metes a un zulú en un poblado de chinos”. El único afecto que recuerda es el de su padre, “una figura muy humana” y el amor y devoción que le profesaba su hermana pequeña, Eugenia, su debilidad.
Pero el más rebelde de los Alba ha ido más allá a la hora de explicar las causas de su infelicidad confesando el maltrato físico y psicológico que sufrió tras faltar la figura paterna y ser suplantado este rol por la fuerza por Jesús Aguirre, segundo marido de la Duquesa de Alba: “Yo estaba rebelado con la llegada de Jesús, No podía opinar y si lo hacía me inflaban. Me pegaban. Como yo no me doblegaba quiso mandarme a un internado y varias veces, quiso echarme de casa. Jesús intentó hacer de padre a la fuerza. Antes de morir me pidió perdón y me reconcilié con él. Nos quedamos en paz”.
Muy emocionado, Cayetano, aseguró que su dura infancia le pasó factura y que deambuló por centros psiquiátricos y psicológicos de todo el mundo para tratar de superar sus traumas. “La base de mi vida era barro líquido -reflexiona Cayetano - En estados Unidos me fui a un centro de traumas. Estuve allí cinco semanas, las dos primeras fueron espeluznantes. Yo no podía seguir con este trauma, necesitaba entender porqué no era feliz. Entender el porqué de las cosas. A mí me ha tocado nacer aquí.”
Aunque la imagen de un Alba roto en pedazos y sin poder contener las lágrimas ni la emoción parecen indicar que aún, a día de hoy, sigue arrastrando problemas emocionales. Sin embargo, él lo niega: “He conseguido superar todo esto (sentirme abandonado, la muerte de mi padre y las palizas) después de treinta años de terapia. Ahora se quién soy: soy Cayetano y me ha tocado nacer aquí. Ahora empiezo a ser yo”.
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