Nueva York
Louis Vuitton se queda sin su rey Midas
Es el final de una era. Hacía meses que los rumores corrían sobre el cese de Marc Jacobs al frente de Louis Vuitton. Ayer, como colofón al desfile de la colección de la próxima primavera-verano, el interesado y la firma francesa, propiedad del magnate del lujo Bernard Arnault, confirmaban el fin de una aventura que ha durado dieciséis años. Y el primero en enterarse y difundirlo no podía ser otro que el «Women's Wear Daily», «la biblia de la moda». Oficialmente, el creador neoyorquino, que en casi dos décadas ha catapultado al exclusivo pero polvoriento fabricante de maletas en que se había convertido Louis Vuitton al olimpo de las marcas más modernas y deseadas, quiere ahora concentrarse únicamente en su propia marca. Pero oficiosamente, la química con el nuevo director de LV, Michael Burke, no sería la misma que con su antecesor, Yves Carcelle, que abandonó la casa a finales de 2012 y con quien formaba un tándem de éxito.
A sus 50 años, el estilista ha decidido levantar el pie del acelerador. Su meteórico ascenso y la sucesión de éxitos también han estado acompañados de excesos que le han llevado a tener que ingresar hasta en dos ocasiones en centros de desintoxicación para curar sus problemas con el alcohol y las drogas. El artífice del renacimiento de Louis Vuitton cede el testigo pero no se desvincula totalmente del emporio LVMH, número uno del lujo mundial, que junto al empresario Robert Duffy y a él mismo controlan su propia marca. De hecho, los planes inmediatos pasan por trabajar para la salida a Bolsa de la compañía en los próximos tres años.
Genio y audacia
Fichado en 1997 por Arnault para lanzar el prêt-à-porter de Vuitton, y tras una carrera fulgurante sobre los podios de Nueva York, Jacobs se ha convertido en una especie de rey Midas para el grupo que preside el multimillonario galo. Con un toque de genio y audacia, se atrevió a desacralizar el famoso «monogramme» que entrelaza las iniciales de la casa, ahora mundialmente célebres, para estamparlas en tejidos mucho más prosaicos como el vaquero. También fue pionero en colaborar con artistas como Richard Prince o el japonés Takashi Murakami y declinar en versión manga los clásicos de la firma. El resultado: los bolsos se rifan y desaparecen de las tiendas. Desde su aterrizaje, Marc Jacobs ha hecho de Louis Vuitton el buque insignia del grupo. En casi dos décadas su cifra de negocio se ha multiplicado por diez y hoy representa el 40% de la facturación total del conglomerado LVMH. Sus colecciones femeninas destacan por aunar un estilo transgresor y el toque «retro-chic» que aporta su pasión y una cierta nostalgia por la moda de décadas pasadas como la frescura y la despreocupación de los «seventies». Su última colección, ayer, para Vuitton, en riguroso negro, sonaba a despedida, aunque concluyó el desfile con un «yo nunca digo adiós» después de dar gracias a todas las mujeres que le han inspirado, desde Edith Piaf a Kate Moss.
La dirección creativa de Louis Vuitton queda ahora vacante, pero no por mucho tiempo. En cabeza de las quinielas, el ex diseñador de Balenciaga Nicolas Ghesquière, que obró con la firma de alta costura española un milagro al resucitarla y convertirla en un referente de modernidad. El francés es, además, un íntimo de Delphine Arnault, hija del propietario del grupo y recién ascendida a número dos de Vuitton.
✕
Accede a tu cuenta para comentar