Barcelona

Santi Millán: «Yo pago todos mis impuestos. ¡Y los de dos más!»

El actor y presentador de televisión Santi Millán.
El actor y presentador de televisión Santi Millán.larazon

Aunque despiste su aspecto juvenil, Santi Millán lleva trabajando más de veinticinco años. Empezó con el grupo La Cubana en 1988 y, desde entonces, no ha parado: Cine, televisión, teatro...Precisamente estos días llena el Club Capitol de Barcelona con su espectáculo «Santi Millán Live», con el que promete venir pronto a Madrid. ¿El secreto de su éxito? Tal vez que no es el típico gracioso. Tiene un brillante sentido del humor y es un tío simpático, que es una cosa bien distinta. Además, es inteligente, respetuoso, trabajador, deportista, solidario, atractivo y familiar. Más o menos el hombre que todas las mamás querrían para sus hijas, si no fuera porque no hay día que salga en la tele que no le quieran quitar la camiseta y que no hagan con él algún chiste sexual.

–Te diré que hay madres a las que no les importa, no te creas...

–¿Tampoco que haya aparecido en un anuncio en calzoncillos?

–Vamos a ver, siendo objetivos, no tengo un físico como para decir «sal en calzoncillos». Pero es transgresor ver un anuncio de un tío entrando en un bar en gayumbos con un punto desgarbado...No es como si sale Brad Pitt, ¿sabes lo que te quiero decir?

–Me hago una idea...Aunque creo que entre sus más de trescientos veinte mil seguidores en Twitter tiene usted muchas fans que le ven como Brad Pitt. ¿Cómo consigue eso y caerle bien a todo el mundo?

–¡No conoces a los 320.000...!

–No, pero tampoco a nadie que hable mal de Santi Millán. Quizá es porque usted no se mete en muchos charcos ni políticos ni de otra índole.

–Eso puede ayudar... Y tal vez también que empatizo mucho con la gente, me sale de natural. Y es una cosa que, cuando la hacen conmigo, yo la agradezco.

–Igual es que es un buen chico. En «Frágiles», que ahora rueda su segunda temporada, es de lo que hace y sin guión...

–Claro, también me sale de natural, jajaja. Es que soy buen chaval. El personaje de Pablo es muy distinto al de Sergio de «7 vidas», que era la imagen que se tenía de mí. Seguramente yo, como persona, estoy más cerca de Pablo.

–El deporte también ayuda a tener buena imagen y usted ya es casi profesional. ¿Cómo se metió en eso?

–Hace tres años, cuando acabé un programa que hacía en Quatro (UAU), muy cansado, me fui de vacaciones con la bici por unos caminos de caballos y ¡pam...!

–Ya. Pero eso lo hacemos todos y no acabamos en la Titan Dessert corriendo seiscientos km en bici. Además, quedó en el puesto 121. ¡No está mal!

–¡Para mi edad está bien jajaja! No, mira, todo fue muy casual. Me regalan una bici en Reyes, empiezo con ella, me mola y llamo a Josef Ajram para ver si me puede ayudar en una prueba, dura también, que es la transpirenaica. Él me dice que me lo tome con calma y que igual tiene que pasar un año para que la pueda hacer; pero me da cuatro tonterías de frecuencia cardiaca, ejercicio aeróbico y anaeróbico y me regala un pulsómetro. A partir de ahí, quedamos un día y salimos juntos. ¡Yo ahogado completamente! Luego me apunté en una carrera, casi de casualidad, porque lo hizo un colega y ahí conocí a Antonio Gassó de Gaes, que me dijo: «¿Te vienes a hacer la Titan Dessert?».

–Y usted, que le saca rendimiento a todo, decidió ir, grabarlo y venderlo...

–Pues sí.

–Y le debió gustar porque luego se hizo medio Ironman. ¿Eso en qué consiste?

–1900 m nadando, 90 km en bicicleta y medio maratón corriendo...

–¡Que barbaridad! No me extraña que en «El Hormiguero» le hayan convertido en el hombre de los retos. ¿No hay nada que le dé miedo hacer?

–Pueeees... Yo creo que no. Hace poco me propusieron hacer rappel urbano en Israel, para TVE. Yo dije, a ver, en Israel lo que es extremo es ir con un chaleco bomba, pero hacer rappel urbano... Al final nos han hablado de hacer un curso de paracaidismo.

–Me parece más sensato que algunas de las pruebas que comparte con Pablo Motos.¿Cómo cayó por ahí?

–Lo del Hormiguero surge de forma muy anecdótica. Había ido varias veces como invitado y ya sabes que allí siempre interactúan con él y le obligan a hacer muchas cosas. Entonces, había propuestas que salían en la reunión de guionistas que a veces el invitado no veía o que incluso los propios guionistas pensaban que eran demasiado. Y siempre decían: «Estas hay que guardarlas para Santi», porque saben que a mí me gusta y me apunto a un bombardeo.

–Es cierto que se atreve usted con todo: ¡hasta canta en su espectáculo! Creo que su voz está entre la de Pavarotti y la de Plácido Domingo...

–¡Pero que...!, jajaja. La clave del éxito no es precisamente que cante, pero a mí desde pequeñito me hubiera gustado ser estrella del pop o del rock y aunque no tengo condiciones vocales, me he dado cuenta de que hay gente que se dedica profesionalmente que tampoco las tiene y canta peor que yo. Creo que es una cuestión de actitud. ¡Y actitud la tengo toda!

–La actitud de pasarlo bien, quiere decir...

–Pues sí. Eso es muy vocacional. Realmente cuanto tú te lo pasas bien y estás allí viviéndolo, se transmite al público, que advierte que tú lo das todo para que lo pase bien también. Yo como espectador lo agradezco...

–Lo que debe agradecer como actor es tener tanto trabajo:teatro, tele, va a estrenar una película que ha grabado en Venezuela, un corto, hace publicidad, dobla osos malhablados (Ted)... ¡Debería dar cursos a la profesión de cómo afrontar la crisis!

–La verdad es que hay muchas cosas que sí que las generamos nosotros. Los actores solemos estar pendientes de que alguien cuente con nosotros y muchas veces no tenemos la capacidad de generarnos trabajo. Y eso es un problema. Esperar siempre a que alguien te llame es una actitud muy pasiva. Nosotros intentamos romper esa dinámica y ser más proactivos con el teatro, la Titan y con todo lo que podemos.

–¡Hasta tiene un restaurante! En fin, volvamos al teatro. Si tiene tanto éxito en Barcelona, será que lo hace en catalán, ¿no?

–No, en castellano. Es que la gente lo entiende bastante bien, no te creas. Tenemos esa suerte, que podemos entender los dos idiomas sin complicación.

-¿Ah sí? ¿Y, dígame, no se siente muy solo en el espectáculo?

–Tengo a Javi Sancho conmigo. Porque desgrava...

–Está muy bien que diga que paga sus impuestos, para que no le señale Montoro.

–¡No, no,...! Yo pago todos mis impuestos ¡Y los de dos más!

–¿Ve? ¡Cosas que no se sabían de usted! Cómo que no bebe...

–No bebo alcohol, no. Tuve una época que sí bebía un poquito, pero para emborracharme, no es que me gustara el alcohol.

–Bueno, pero siendo usted ciclista..., ¡algo se tomará!

–Jajaja. Sí, unas barritas y unos geles.

Personal e intransferible

Santi Millán es como parece, pero mejor. Virgo, 44 años, casado, dos hijos, orgulloso de poder hacer lo que le gusta. Come de todo, pero es feliz con una bolsa de patatas y una Coca light. Me habla de «Cincuenta sombras de Grey», de la canción «The Scientist» de Cold Play y de sus manías: «No me gusta la arena en los zapatos, los mosquitos, abrir mal las bolsas...». A veces sueña con llegar tarde a la función. Y a lo mejor le hubiera gustado ser médico. ¿Pero ha estudiado? «¡Que va! Hice COU sólo porque lo necesitaba para ingresar en el Institut del Teatre, si no...». Vaya disgusto en su casa, ¿no? «Pues no. Somos tres hermanos y el que más estudios tiene soy yo. El erudito de la familia».