Nueva York
Otro listo por Alfonso Merlos
Con amigos como éstos no necesitamos enemigos. Pensábamos que con Krugman habíamos empezado y agotado el cupo. ¡Qué más quisiéramos! Después de que el paladín de la burbuja inmobiliaria y palmero de la Kirchner nos hubiese aleccionado para no caer en el infierno del corralito, ahora el capitoste de la izquierda francesa se dispone a echarnos un cable. ¡Qué generosidad! ¡Qué dispendio en los consejos! ¡Cuánta sabiduría en tan pocas palabras! ¡Qué ganas y qué ideas está desarrollando la progresía para ayudar a la España del PP!
La metedura de pata de Hollande en su diagnóstico sobre los bancos españoles sólo se entiende desde su adanismo, su infantilismo y su inexperiencia. O sea, el patinazo, la inconveniencia y el oportunismo del nuevo presidente de la república son propios de un neo-Zapatero que está emergiendo como fulgurante figura política con advenedizas ínfulas de liderazgo europeo. ¡Lo que nos faltaba!
Tan improcedente ha sido su diagnóstico sobre nuestro sector financiero como procedente la reacción de Rajoy. España debe ir a lo suyo. Sin estridencias, sin acelerones innecesarios, sin patinazos, sin pasadas de frenada. La emergente alianza con Merkel define una política, con mayúsculas, que es la que están dispuestos a seguir los dirigentes que predican responsabilidad, que luchan por devolver a la hacienda pública una salud de hierro ahora añorada, que pelean por mentalizar a las familias de que no se puede gastar más de lo que se ingresa.
Es una cuestión de higiene. El Gobierno está metido de lleno en la misión de devolver a la gestión de los asuntos que son de todos el espíritu del rigor, la severidad, la precisión y la transparencia. El Gobierno sabe que no hay otra forma de sanar la aguda resaca de nuestros locos años de borrachera. Y todos sabemos que poco nos van a ayudar los salvapatrias que pretendan inopinadamente orientar nuestro camino; sean reputados economistas de Nueva York o notables socialistas del norte de los Pirineos.
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