«Alguien voló»

En la película «Alguien voló sobre el nido del cuco», Jack Nicholson en su papel de McMurphy, anima a sus compañeros a pensar por ellos mismos, a tener vida propia, a enfrentarse a los poderes despóticos y alienantes, a cuestionar las normas que se oponen a la vida de las personas. Así nosotros deberíamos reflexionar sobre la Justicia y cómo nos afecta a todos directa e indirectamente. Como muchas cosas de la sociedad, la Justicia parece vivir de espaldas al corazón de la gente, a la ética del alma. Se me antoja aberrante que un asesino menor de edad, pero no para matar y torturar, pueda burlarse del dolor de unos padres que no han podido enterrar a su hija ni la han podido llorar con dignidad. ¿Acaso no tienen hijos los jueces? ¿Se han parado a pensar cómo se sentirían si les asesinasen a una hija en similares circunstancias? ¿Es tan ciega la Justicia como para no ver que la crueldad no tiene edad? Al salirles tan barato su crimen, la maldad se acrecentará con los años. La Justicia, en éste caso, se me antoja el personaje de la enfermera, mujer fría y distante, a la que se oponen la solidaridad y fraternidad que humanizaría a las instituciones, haciéndoles replantearse una reforma de la Ley del Menor adecuada a la realidad actual: son víctimas de una sociedad enfermiza. Hemos perdido los valores del alma y vamos camino de perder el alma en sí misma. Yo también soy la madre, el padre de Marta, Sandra…