Conflictos laborales

Metro pasó (ayer) de huelga

En los andenes y vías del Metro ayer no se podía encontrar ni rastro de huelga. Para alivio de los madrileños, que sí sufrieron en sus carnes los paros convocados por los sindicatos de la compañía el pasado verano, el 29-S no fue una repetición del 29 y 30 de junio –cuando los empleados de esta empresa pública decidieron romper el acuerdo sobre los servicios mínimos y clausurar toda la red–.

Pocos retrasos en Metro
Pocos retrasos en Metrolarazon

Los conductores de Metro pasaron de reventar el sistema de transporte público de la ciudad, hace tres meses, a colaborar en que los ciudadanos que sí decidieron ir a trabajar pudiesen hacerlo sin mayores contratiempos. Era su particular «huelga a la japonesa» para quejarse contra la decisión adoptada por los sindicatos UGT y Comisiones Obreras de convocar nuevas movilizaciones.

Las estaciones del suburbano amanecieron abiertas y, si bien en muchas de ellas colgaban carteles y pegatinas anunciando la huelga, lo cierto es que la mayor parte de la plantilla estaba en sus puestos.

No sólo cumplieron con los mínimos (establecidos en un 50 por ciento en las horas punta) sino que se incorporaron al servicio el 95 por ciento de maquinistas. Fuentes de Metro cifraron en un 83 por ciento el servicio que ofreció la compañía durante toda la jornada. Además, aseguraron que el 81 por ciento del personal de estaciones se «incorporó con normalidad». La única pista de que fuera, en la superficie, España estaba en plena huelga general, eran unos anuncios por megafonía que informaban a los viajeros de que el intervalo de trenes podía ser superior al habitual. A pesar de esto, en Atocha los trenes pasaban cada minuto a primera hora. En la línea 8, la que lleva al aeropuerto, el intervalo de trenes era de tres minutos, menos de la espera normal.


Gran Vía: zona cero
Para centrar la atención en el triunfo de la huelga en Madrid, los piquetes sindicales tomaron como punto principal la calle Gran Vía de la capital para llamar el máximo de atención. Sobre las diez de la mañana los sindicalistas se lanzaron a cortar la calle en una manifestación improvisada desde la plaza de Callao hasta la de Cibeles. En su avance, que cortó el tráfico en toda la calzada, el piquete cerró todos los locales que acababan de abrir sus puertas y forraron literalmente la calle de pegatinas y panfletos de los sindicatos UGT y CC OO. Asimismo, en la Gran Vía y sus alrededores se encararon con los bares y comercios que querían seguir abiertos y, en algunos, realizaron pintadas llamando a la huelga general. También bloquearon las puertas de los centros comerciales en la calle Preciados aunque estos, como los establecimientos cerrados por los piquetes, abrieron con normalidad a los pocos minutos.