Cómo seguir siendo franceses

Era el mismo escenario y el mismo público, pero tres años después. En aquel septiembre de 2008 acababa de hundirse Lehman Brothers y la crisis se anunciaba feroz. «La idea de un mercado omnipotente que siempre tiene razón, se ha terminado. Hemos de refundar el capitalismo desde la ética», proclamaba enardecido el presidente de la República francesa. Pero ayer, con los mercados dictando gobiernos, Sarkozy se rendía ante el hecho de que nada en la Europa actual ha funcionado como debiera. Fue el discurso de un estadista ¡francés! obligado a ceder soberanía. Recurrió a De Gaulle para defender la inevitabilidad de una unión con Alemania como nunca se ha visto ante un pueblo, –son sus palabras–, «que tiene miedo a perder el control de su destino». No se borrarán las fronteras, no dejará que la identidad de Francia sea arrasada por una ola de inmigración indiscriminada. No, seguirán siendo franceses, aunque, eso sí, ya no puedan seguir solos ante «esta situación insostenible». Y el toque de grandeza: «Nosotros, Francia y Alemania, garantizaremos la unión de Europa; su futuro». Sonó La Marsellesa. No se ha podido refundar el capitalismo, pero van a intentarlo con la pobre Europa.