Grecia
No pitarle a Alfredo por Lucas Haurie
No le pitéis a López que sacan a Alabanda. La sentencia, genial y terrible, de José Antonio Blázquez en una crónica de un partido del Betis a finales de los setenta ha quedado en el lapidario como una actualización del «más vale malo conocido». Es lugar común que el derrumbe del PSOE de Rubalcaba ha convertido al jefe de la oposición en un cadáver (político) andante, lo que no es una buena noticia ni para los detractores más feroces del socialismo tramposo que encarna el secretario general. Porque, desguazado el PSC por sus flirteos soberanistas y desinflado el globo de Patxi López con un resultado electoral que borra de un plumazo todo el carisma que pudiera suponérsele, no queda en la izquierda más que un barón con mando en plaza: José Antonio (¡¡presente!!) Griñán. Quien, como resulta frecuente, posee un ego y una ambición proporcionales a su inepcia. La Junta es hoy la única «respuesta progresista» a la crisis, de modo que ya imaginan sus estrategas a un andaluz (o a un tonto útil como Tomás Gómez) en La Moncloa con Cayo Lara de vicepresidente del Gobierno y la inefable dupla Toxo-Méndez zascandileando en la Oficina Económica de la Presidencia. Sería la mejor manera de… superar a Grecia e integrar en seis meses el eje bolivariano en el papel de avanzadilla trasatlántica. No se trata de política-ficción, ya quisiera, sino de un sueño húmedo revelado en San Telmo cuyo primer episodio es la inminente defenestración de Rubalcaba. Cuidado.
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