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La Razón
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Hasta ahora las elecciones Europeas han tenido muy poco interés. Prueba de ello es que la propaganda de sus campañas electorales ha sido tradicionalmente vaporosa, buenista y descomprometida; consistente en hablar de generalidades y vaguedades, de flores y pajaritos con expresión mística y los acordes beatíficos de la Novena de Beethoven. Todos los partidos parecían el Partido Humanista en esas elecciones porque en el fondo en Europa no se la creía nadie. Esto puede cambiar con la crisis. Está cambiando. Bruselas ha hecho caer un Gobierno en Irlanda sin proponérselo, con sólo obligarle a enseñar sus cuentas, y está poniendo firme al nuestro, haciéndonos el trabajo sucio. Bruselas nos ha dicho quién es Zapatero o se lo ha dicho a los españoles que preferían hablar de la Guerra Civil, la eutanasia y todos los muertos del Universo antes que de los vivos. Ahora la Comisión Europea trabaja en una propuesta legislativa para endurecer las sanciones contra los abusos del sector financiero y homologar su tipificación penal en todos los Estados miembros, o sea, para acabar con la flexibilidad que hoy permite que sean sólo 13 de los 27 países de la Unión los que cuentan con penas de cárcel para esos ladrones de guante o manguito blanco. Me gusta esta Europa que, sin demagogias ni extemporáneas banderitas rojas, puede acabar con esa eterna, injusta y fea España que nunca les ha tocado un pelo a los que roban miles de millones y que todavía sólo encarcela al infeliz que roba una gallina.