Nueva York
Gibraltar y el Sáhara
La ONU es como una requemada y vieja puta; te puedes portar todo lo mal que quieras con ella que siempre abrirá sus sábanas para ofrecerte un nuevo servicio. El organismo se usa y se tira a conveniencia, pero la institución siempre estará ahí para echar una mano aunque sepa de antemano que su ayuda será estéril. Difícil papeleta. Los socialistas la usaron de parapeto en el conflicto de Irak, al movilizar a millones de españoles bajo el lema del «No a la guerra», pero cuando alcanzaron el poder se olvidaron de la vieja prostituta y hasta redoblaron con mayores efectivos nuestra presencia en la zona, especialmente Afganistán. Después, a Zapatero le faltó tiempo para reunirse con los dictadores de Oriente Próximo y el Magreb, tiranos que, mientras ellos hablaban, sus ejércitos disparaban a la población indefensa en las calles de Siria, Egipto y Túnez. Naciones Unidas ya no importaba. Usar y tirar con la misma facilidad que se usa y se tira. En España sucedió con el Sáhara y Gibraltar. Con Franco en la UCI, Alfonso Guerra y Felipe González viajaban a los campamentos del Frente Polisario hasta que cerraron su embajada en Madrid. Ya habían conquistado el poder y les incomodaba ese asunto. Con el Peñón llegaron a introducirse clandestinamente en Gibraltar para pedir la devolución del Peñón, pero llegados al poder la zona se convirtió en más inglesa que los chipirones de Cádiz. Ahora, Valcárcel reivindica el derecho histórico del Sáhara a su autodeterminación, una resolución que ha sido sistemáticamente incumplida por España, al tiempo que se abran las negociaciones para la devolución de Gibraltar a soberanía española. ¡Ya era hora! Llegada es esa hora si queremos que se nos respete en Bruselas, en Nueva York, en Londres y en Rabat -que de eso iba su ponencia en el congreso de Sevilla-, porque no podemos como la vieja ramera poner la cama y pagar el servicio. Nosotros también tenemos argumentos. Podemos, por ejemplo, abrir una oficina consular saharaui en Gran Vía, bloquear el paso de camiones marroquíes que incumplan el acuerdo con la UE, pedir una nueva resolución sobre Gibraltar en la ONU, recurrir ante los tribunales de justicia europeos los acuerdos agrícolas y la futura PAC y, así, cuanto haga falta. Que se note, como dicen los guiñoles franceses, que nos chutamos sangre de toro, aunque sólo sea el de la Rioja.
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