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Massiel la tanqueta de «Follies» por Jesús Mariñas

Massiel la tanqueta de «Follies» por Jesús Mariñas
Massiel la tanqueta de «Follies» por Jesús Mariñaslarazon

La nostalgia trascendía la escena musical y con el público también podía hacerse un reparto lleno de melancolía: todos acosaban a la aún pimpante Esperanza Roy, que sobresalía en lana blanca amparada por dos bailones pendientes Art Déco casi de la época evocada por «Follies». «Tenían que haberos llamado a vosotras que sí habéis hecho revista», alegaban casi ofendidos de ver que sobre el oficialista Teatro Español únicamente destacaba la experiencia de Vicky Peña –inconmensurable en la borrachera más sobria que se recuerda, casi es paradoja–, Asunción Balaguer, de ternura embaucadora y que ganó las mejores ovaciones, Carlos Hipólito, que se atreve a todo, y Massiel en pie de guerra como si no hubieran pasado los años y no pareciese de bolerón. Constante en el esperpento pretendido, y muy conseguido, enardece con descaro, coraje y cierta chulería que yo no vi la pasada Navidad cuando Elaine Paige encarnaba al mismo patético personaje en Broadway. Massiel borda el emblemático «Y sigo aquí» que en 1971 vi estrenar en el primer viaje de Bocaccio a los rascacielos donde Pitito Gamir llegó vestido de Cristóbal Colón repartiendo huevos a los de Emigración. No entiendo cómo nos dejaron entrar.
 Yvonne de Carlo con Alexis Smith pusieron al público en pie. Mientras que Vicky Peña hizo alarde de elegancia y Lorenzo Valverde demostró su veteranía en el género. Durante años consiguió durar con Franz Johan aquel «Diluvio que viene», donde hicieron historia dando pie al auge actual. Ante una Analía Gadé bajo enorme zorro color tomate, Roy rebatía a sus admiradores junto al paciente Javier Aguirre. Parecía tan subyugado como el reticente Giménez Rico o José Luis Garci, ya en pleno montaje del filme histórico en el que Gallardón encarna al bisabuelo Albéniz, que también lo fue de la primera esposa de Sarkozy. A mi lado, Ian Gibson hizo palmas como María Asquerino, que trabajó con Alaria en «El otro yo de Marcela» y donde estrenaron «Viejo Madrid, mi tango» del inmortal Marianito Mores. Coreó entregada en la segunda fila mientras Marisa Paredes daba saltos y Elena Anaya dejaba la timidez. Sólo objetaban sobre la traducción, en ocasiones hasta cursi, algo que pasaron por alto Joan Estrada –acompañante de una felina Loles León, adelgazada para el estreno barcelonés con Bibiana previsto para abril– o Jaume Figueras amparando a Gema Nierga, mientas otros despedían llorosos a Alicia Moreno, que proyecta instalarse en Buenos Aires tras dejar asegurado –y firmado, ahí les duele– el futuro de sus mejores colaboradores. Hubo quien calculó arruinador de «Follies» –lo que les faltaba a las arcas municipales– con múltiples colaboradores en la Consejería de las Artes. Gallardón alardeaba de haber autorizado el dispendio con cuarenta en escena y montaje carísimo para sólo dos meses de función. Milagros, o más bien excesos, de tener presupuesto municipal pagado por todos, así ya se puede. Con razón se quejan los empresarios privados como Colubi, maravillado no sé si ante el montaje y su coste, digno de «El Rey león», que sólo amortizan con dos años de programación, en eso se diferencia. Aquí y allá caras vetustas como Ana María Ventura o la cojeante pero lúcida Victorita Buero Vallejo, inhiestas frente a la juventud en malla de plata de Ana Fernández o la exultante Carmen Conesa, radiante porque prepara «La loba» con Nuria Espert y Pellicena para el María Guerrero... «Estrenaremos el 5 de abril y dirige Gerardo Vera», un taquillazo en ciernes como ya lo es este «Follies» tan conseguido y conjuntado donde Massiel arrolla, que menos, en plan tanqueta. Broadway desbanca a Calderón, Lope y Tirso en lo que debería ser la cuna del mejor teatro clásico. Asombroso. En la Comedie Française no osarían tanto. Pero España es diferente… sobre todo pagando nosotros.