Bruselas
Monti el salvavidas contra el rescate
Pragmático y riguroso, el jefe de Gobierno defiende a la nueva Italia
La jefatura de Gobierno de Italia dio ayer un giro de 180 grados al pasar de las manos de Silvio Berlusconi a las de Mario Monti. Un extravagante populista cedió el paso a un sobrio tecnócrata. Concluidas nueve horas de consultas con los distintos partidos políticos, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, encargó a este prestigioso economista la formación de un nuevo Gobierno de carácter técnico. El Ejecutivo, que podría hoy quedar constituido tras secundar Monti con las formaciones políticas los nombres de los ministros que lo compondrán, deberá llevar a la práctica las reformas que Bruselas y la comunidad internacional exigen a Roma para evitar su debacle económica y la caída del euro.
En su primera declaración pública como jefe de Gobierno, Monti expresó su deseo de que «Italia supere el desafío del rescate», convirtiéndose en un «punto de fuerza y no de debilidad» de la Unión Europea, de la que «ha sido fundadora» y «debe ser protagonista». El ex comisario europeo dijo, además, haber aceptado el encargo del presidente Napolitano «con reservas» y que, pese a las «emergencias», se puede salir de esta situación gracias al «esfuerzo común».
La falta de acuerdo entre los partidos hace que no esté claro cuánto durará el periodo de Monti en el poder. Podría agotar la legislatura, que concluye de forma natural en la primera mitad de 2013, y aprovechar el tiempo hasta las próximas elecciones para reformar la ley electoral. La formación de Berlusconi, el Pueblo de la Libertad (PDL), no le ofrece un cheque en blanco pues pretende que el nuevo primer ministro se encargue sólo de aplicar las medidas contra la crisis.
«El italiano de Prusia»
Si prolonga su Ejecutivo, amenaza con retirarle la confianza en el Senado, donde el PDL todavía mantiene la mayoría. Casi todos los otros partidos, por el contrario, desean que gobierne durante el próximo año y medio. Monti, de 68 años, es profesor de economía política y presidente de la Universidad Bocconi de Milán, cuna de buena parte de la aristocracia empresarial del país.
Fue comisario europeo durante diez años, donde Monti dio muestras de gran profesionalidad. Su diligencia en Bruselas, alejada de los tópicos que arrastran muchos de sus compatriotas cuando trabajan en el extranjero, le hizo que fuera conocido en los círculos diplomáticos como «El italiano de Prusia». Se ganó un buen número de titulares con su atrevimiento y capacidad en las pugnas que mantuvo para defender la competencia. Los pulsos que echó, y ganó, a gigantes como General Electric y Microsoft (a la empresa fundada por Bill Gates le puso una multa de casi 500 millones de dólares), lograron el aplauso general. Católico practicante, Monti comenzó el domingo, uno de los días más importantes de su vida, yendo a misa con su mujer, Elsa, en un parroquia del centro de Roma.
El nuevo primer ministro transalpino cuenta con el respaldo de la Iglesia italiana y del Vaticano. Son recordadas sus palabras secundando la crítica que el Papa Benedicto XVI hizo del actual sistema económico en su encíclica «Caritas in veritate». «Este texto parece casi un documento guía para un Gobierno técnico de la sociedad, en el que la economía tiene un papel fundamental como resultado de la reflexión ética», afirmó Monti durante una presentación de la encíclica.
Berlusconi: «No me rindo»
Dolido por su dimisión, Silvio Berlusconi habló ayer de los italianos en un mensaje en vídeo en el que asegura que él «nunca se rinde» y que redoblará sus esfuerzos para «renovar Italia». «El día de mi entrada en política ha cambiado la historia de Italia. Mis Gobiernos han sido los más longevos de la República», afirmó «Il Cavaliere» para reivindicar su legado político.
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