Londres
Valencia estrenó la pasarela más grande por Jesús Mariñas
Y a les gustaría en París, Milán, Londres o Madrid. Los de Cibeles pueden atarse los machos y recurrir a todo el santoral para que los proteja. La pasarela valenciana Fashion Week ha desplegado todo su poderío. La encabeza Rita Barberá, siempre buscando lo mejor para la ciudad de la que es alcaldesa imbatible. Y que dure. El vicepresidente, Vicente Rambla, dio su bendición a las nuevas instalaciones de la exhibición, que cumple ya su décimo aniversario.
Trescientos metros cuadrados de espacio, un exhibidor muy diáfano para el gallego José Castro, que, con Caprile, es lo más actual de nuestro diseño. Con el aire internacional de haber trabajado y desfilado en París, ninguno se le aproxima en imaginación y un refinamiento casi excéntrico. Lo desplegó con sus «damas cuervo» ennegrecidas, lo mejor de una muestra con estampados discutibles por comercialización y dos abrigos en terciopelo rojo dignos de vitrina. No cae en el aire gótico y superexplotado por Juan Vidal, un talento que también indaga en ancestros fantasmales. ¿Resultado? Trajes para los Munster. Saltarían de gozo con sus multiplisados en cuero de pliegues casi Fortuny, los corpiños realzadores o las túnicas ligeras que María Forqué, hija de Verónica, miraba arrobada. Frivoliza el aire oscuro con voluminosas pieles y resultó único un bolero gris, así como un traje-mono de plumerío que recuerda al de Celia Gámez en «Águila de fuego». Asombró un Jordi González con zapatillas claveteadas de Louboutin, parejas a la cazadora de María Forqué, pintora que marcará estilo.
Moda dentro y fuera. El «rojo Barberá» de la regidora, inamovible bajo pana de canalillo imperceptible, propicia alusiones políticas: ¿Ya estamos con la pana a cuestas, alcaldesa? Fue mi saludo, y tuvo réplica: «Sí, pero ésta es más fina que las otras», contestó. Esta pasarela podría dar pie a una asociación catalano-valenciana, según Álex Vidal. «En eso andamos», aclaró cerca de un Carlos Serrantes arremetiendo contra la muerta madrileña donde ya no colabora: «Lucas y Cuca pueden echarse a temblar como no se modernicen y cambien la convocatoria». Valencia sona aún sin tracar.
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