PSOE

El jarrón chino

La Razón
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Cuando un Gobierno, como es el caso del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, se queda sin gasolina, defenderlo es imposible, y criticarlo se convierte en una auténtica obligación. Aunque pueda parecer cansino, e incluso repetitivo, ya que ahí radica la higiene democrática y muy especialmente la fuerza de la alternancia y de la renovación Y es que en estos momentos la realidad nos ha llevado a una cuestión evidente: Zapatero se ha quedado sin gasolina. Las artimañas, en otras ocasiones, eficaces. Las estrategias, en otros momentos, efectistas. Los golpes de efecto, en otras situaciones, más que suficientes, ahora lo que hacen es dejar las cosas sin posible marcha atrás.Zapatero se ha convertido en el problema. Es cierto que los socialistas tienen una disciplina de hierro y que cuando tienen que cerrar filas lo hacen como nadie. Pero también es verdad que son conscientes de que el crédito se ha acabado y de que la credibilidad está auténticamente por los suelos. Tan dramática es la situación que han tenido que recurrir a Felipe González. El que se autodeterminara a sí mismo «jarrón chino» se ha convertido en la tabla de salvación. Ya conocen esa vieja anécdota en la que el propio Felipe –con ese magnetismo que tiene cuando quiere– decía que los que han sido presidentes del Gobierno son como «jarrones chinos». Todos los admiran, pero nadie sabe qué hacer con ellos. Pues bien, González ha dejado de ser «jarrón chino» para convertirse en el «último de Filipinas».Ya lo hemos podido ver de cerca, en el reciente homenaje a Pablo Iglesias en el Congreso por su escaño centenario. Un homenaje con mucho de esperpento y de olvido de la realidad de la historia. Pero en fin, así son los socialistas, escriben la historia a su medida y a su manera. Allí estaban todos los socialistas «de la pana», aquellos que ganaron en el 82 con aquella mayoría absoluta del Hotel Palace. Allí estaba Javier Solana, Carlos Solchaga, Alfonso Guerra y tantos otros que han cambiado la vieja pana marrón por corbatas Hermès y relojes Bulgari. Un cambio demasiado representativo. Y allí estaba Felipe González, como la gran estrella invitada, con sus recetas contundentes: «Ante la depre, militancia pura y dura». Mientras tanto Zapatero se revolvía en su asiento codo con codo con el «jarrón». «Felipe, no hay depre», se apresuró a contestar, aunque inmediatamente se delató al contar que González le había mandado el mensaje más cariñoso «de su vida» el día en que anunció el «tijeretazo» en el Congreso. Si uno echa cuentas y recuerda que Zapatero lleva 10 años de secretario general del PSOE, los números son fáciles. Diez años ha tardado González en decir algo simpático a Zapatero, por lo que la relación no es muy boyante que se diga. Más bien nunca ha existido esa relación.Ahora que el barco hace agua por todas partes, recurren a González, y es que el «jarron chino» ha dejado de serlo. No sabemos todavía en qué se va a convertir.