Sevilla F.C.

Seguimiento por Lucas Haurie

La Razón
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El periodista llegó a las instalaciones deportivas de la Junta para sudar un rato, comprobando con sorpresa que no había ni atisbo de huelga entre los muy politizados trabajadores de la administración autonómica. Eran poco más de las nueve y toda la actividad matutina se completaba con menos dificultades que en otras ocasiones: desayuno con todos los camareros tras la barra, suscripciones del diario bajo la puerta y furgonetas de reparto en orden de combate. El propietario del bar del segundo café no había abierto a primera hora «por miedo a los fascistas de siempre. Pero el piquete iracundo de las ocho se torna en amigable cuadrilla cervecera a las doce. Se hacen muy buenas cajas en días así». Antonio sí levantó la persiana de su kiosco a la siete y media: «Pues hoy ni siquiera me han visitado mis amigos los sindicalistas y hasta los periódicos vienen más gorditos que de costumbre». Normal, nadie se movió de su mesa el martes en las redacciones. En la puerta del supermercado, el personal que se había adherido al paro repartía folletos a la clientela, con exquisita educación. He aquí unos huelguistas impecables, observantes del derecho a trabajar ajeno, que renunciaron por convicción al jornal. «Pregúntale al jefe de Comisiones si le quitan cincuenta pavos como a mí, monstruo», suelta un reponedor guasón. Los albañiles que reforman el dormitorio de mis padres curraron sin novedad. Por la noche, el Cajasol juega sin novedad su partido de competición europea en una instalación municipal. Escucharemos aquello de «seguimiento masivo». Qué risa.