Barcelona

Aeropuertos para ovnis

La proliferación de partidos que se presentaban ayer a los comicios –hasta 114 candidaturas– obligó a que las mesas donde se colocaban las papeletas fueran kilométricas. Encontrar a la formación a votar era difícil. Y había que ir con cuidado, porque se podía acabar votando al partido Cori, en el que Carmen de Mairena número dos del «Elvis de Reus», y contribuir a que en Cataluña se construyan aeropuertos para ovnis.

 
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 Porque era una de las propuestas de su programa electoral. Al final, más de 5.500 personas en Cataluña quieren aeropuertos para ovnis y lo cierto es que esta formación sacó bastantes más votos que UPyD.

Entre las papeletas también había grupos de piratas informáticos, campesinos, antitaurinos y grupos con tantas siglas que las mesas de las papeletas parecían la consulta de un oculista. Por su parte, los invidentes, que por primera vez tenían las papeletas en braile en el reverso de la hoja, podían votar por primera vez sin pedir ayuda a nadie. No se lo acababan de creer.

La jornada electoral transcurrió sin incidentes, es decir, la mitad votó, la otra mitad no votó y unos cuantos confusos fueron al Camp Nou, pero no había partido. el clásico es hoy. El reto de los políticos de movilizar a los votantes pareció surtir efecto, a pesar del frío. No es que el frío odie a la política, pero hace más difícil salir de casa. Aún así, hubo votantes que incluso llegaron antes de que se abrieran los colegios electorales, y a las 8:45 horas ya estaban en la puerta.

La radiografía de los votantes cambiaba a lo largo del día. A primera hora de la mañana, parecía claro que la gente iba a votar de camino a otro sitio. Muchos llevaban barras de pan bajo el brazo. Otros el periódico, otros a los niños o paseaban a sus perros.

 Muchas personas hasta se cansaron de buscar la papeleta que querían y confesaban su intención de votar al azar. Se colocaban dos papeletas en los bolsillos, cogían una, y la metían en el sobre. El azar sí era cruel en el tráfico de las diferentes mesas electorales. En los colegios visitados, siempre había una con una cola enorme, mientras en las demás no había nadie. Los afectados por la mesa lenta preguntaban extrañados por este desequilibrio, aunque los interventores no tenían respuesta. Algunos votantes hasta les daban consejos para mejorar el tránsito entre mesas. A los interventores, aunque intentaban responder con amabilidad, no les hacía ninguna gracia. Se notaba en la cara, con los ojos fruncidos, la boca en tensión y la nariz, congelada. «Lo hemos probado todo», dijo uno y el votante consejero se dio por satisfecho.

El cierre de los colegios acabó con cansancio. Todavía quedaba lo más difícil, contar. Los que no fueron ayer a votar no saben lo que se perdieron.