Artistas
La novia de Ostos Jr se enfrenta a su divorcio por Jesús Mariñas
Expectación y hasta insólito interés ante ese pan nuestro de cada día que es una separación. Estancado lo de Lidia Bosch, el morbo se centra mañana en Pozuelo a primerísima hora, porque la vista se anuncia dilatada, para rematar el divorcio de Yolanda García Cereceda y Francisco Javier Amat. Hay un montón de acusaciones por encima de la simple disolución.
El tema promete y parece un culebrón al estilo de los colombianos, mexicanos o venezolanos que nos devuelven lo mejor del idioma castellano. Ansón los celebraría porque mantienen la unidad del idioma universal por encima de los regionalismos pueblerinos. Nosotros lo llevamos cruzando el Atlántico y lo devuelven para fijarlo, abrillantarlo y darle el merecido esplendor aquí delustrado.
Pues bien, Yolanda Cereceda es la actual pareja de Jaime Ostos Jr. Un lío que pocos entienden, quizá ya superado el romanticismo que, como segunda virtud, subsiste en los seriales. Recuerdo a Nuria Espert, la grandísima, en uno radiofónico titulado «El secreto de mis lágrimas». Eran las grandes tardes de la SER y estremecía «Otra España». Pues lo de Yolanda va por ahí, con buenos, malos y mucha perfidia desparramada. O tal creen quienes conocieron al prohombre que fue Luis G. Cereceda, su padre. De ahí, que vivan pendientes de lo que la Justicia resuelva acerca de la tutela de tres menores actualmente al cuidado de Susana, hermana de Yolanda, a quien pretendían atribuir desvaríos, tildando así lo que sólo son excentricidades de niña mimada. Los testimonios estarán reforzados por veinte vídeos, afirman, «con situaciones raras o reveladoras». Anticipan que hay más que amor.
Cereceda fue algo más que jefe de Mar García Baquero, actual pareja y casi futura de un Felipe González, íntimo del Slim, que encabeza el ranking de los más ricos y tiene una sólida relación con Silvia Gómez-Cuétara, la viuda del que fuera propietario de Zalacaín e íntimo también de José María García. Silvia heredó un fortunón, pero no puede usar el enorme patrimonio de casas, fincas o coches del finado.
Ostos hijo las ve venir, especialmente porque relacionan su inesperada pasión con interés, nada más lejos de lo que su corazón siente. Aunque estar con Yolanda no le impide cortar con su viejo amor norteamericano, que mantiene siempre a caballo, jinete a fin de cuentas, entre España y USA. Lo dicho: un auténtico culebrón.
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