Artistas

Los Ortega Cano actúan como le gustaría al torero por Jesús MARIÑAS

Fijan su terreno como marca de la Fiesta nacional y reafirman su derecho de hermanos, a ver si así la distancia es el olvido.

Paco, sobrino de Ortega Cano, es el portavoz de la familia
Paco, sobrino de Ortega Cano, es el portavoz de la familialarazon

El sobrino Paco –cabal y muy claro en sus exposiciones comentando los partes médicos, nada que ver con el embarullamiento de Amador,tan propiciante de apariciones televisivas–, deja clara la posición del clan Ortega Cano. Siempre les distinguió la prudencia y el no hacerse notar, conscientes de que el diestro es la única figura a exaltar. Doña Juana, que en paz descanse, marcó el camino, luego seguido por sus hijos Eugenio, Paco, Conchi y Mari Carmen. Mantuvieron un discreto segundo plano y sólo entraron a dar, e incluso a matar, ante las embestidas o el propósito de relegarlos. «¡Hasta ahí podíamos llegar!», dijeron ante la maniobrera operación de obviarlos de la tragedia presente. Esto no ha hecho más que empezar y podemos prepararnos para cosas peores, aunque el cartagenero «viudo de España» parece haber superado los momentos de mayor peligro: «Ahora le queda algo casi tan difícil, o más», augura su íntimo amigo y cirujano Ramón Vila, gran conocedor de lo buena gente que es José: dada su sensibilidad, será una cruz enterarse de la muerte causada y salir adelante con el tobillo hecho puré y el fémur destrozado.
En eso inciden también los hermanos del matador, al que Antonio Burgos dedicó un pasodoble a la antigua usanza. Aunque quizá más merezca una marcha fúnebre, acaso un réquiem el encrespamiento que han provocado estas dinastías fraternales o aprovechadoras el accidente de Castilblanco de los Arroyos –con ayuntamiento de IU, ojo al dato–, ya centro turístico bien regentado por Gloria Mohedano por merced de su cuñado José. Es como una gobernanta del inmenso patrimonio serrano, donde la retratan con turistas que pagan euro y medio por ser inmortalizados junto a ella, cada día más clónica de esa Rocío Jurado que sigue abasteciendo los bolsillos de su gente. Les dejó una buena herencia, de ahí la reivindicación de los Ortega Cano ante las pretensiones usurpadoras de Amador. Su hija Chayo aprendió la lección y horas después de la tragedia ya largaba en un plató entre hipidos incontenibles, pero efectistas. Teresa Campos la escuchaba extasiada.
«Nosotros no marginamos a nadie, pero estamos en nuestro puesto y sólo hacemos lo que nuestro tío querría», subraya Paco para que no malinterpretemos su derecho a ser únicos portavoces del estado de José. Si de algo pueden alardear los Ortega es de que nunca pretendieron más de lo que son. Hemos salido ganando porque este portavoz no adultera. Responde a la verdad no sólo de lo acontecido, sino de lo que sufren en carne viva. Están de rabo y vuelta al ruedo.