Crítica
Por qué «Luisa Fernanda»
De Moreno Torroba. Solistas: J. J. Rodríguez, J. M. Zapata, C. Gallardo Dômas, Y. Autanet, A. Font. Dtor. musical: C. Soler. Dtor. escena: L. Olmos. Teatro de la Zarzuela. Madrid.
Envidia daba escuchar a Carlos Gómez Amat su recuerdo de haber presenciado, con seis años, el estreno de «Luisa Fernanda» en el Teatro Calderón en marzo de 1932. ¡Qué no sabrá Carlos del género! ¿Qué habrá pensado tras la representación ofrecida ayer en el teatro de la calle Jovellanos?
La obra de Moreno Torroba es una de las de referencia y por eso no tiene nada de extraño que todo profesional de la dirección teatral desee responsabilizarse de su producción. Luis Olmos, director del Teatro de la Zarzuela, ya lo hizo con otra grande – «Doña Francisquita» y ahora ha querido despedirse con la «Luisa». Sinceramente, se ha equivocado.
Primero, por poner el teatro al servicio de su ambición, ya que una cosa es querer hacer una obra y otra que se deba hacer. Segundo, porque existe una producción de Emilio Sagi de hace tan solo cinco años para el Teatro Real y no estamos en momentos como para que el Ministerio de Cultura se dedique a pagar dos «Luisas Fernandas» en cinco años.
Máxime si la de Sagi fue preciosa visualmente, con una luz cautivadora, partiendo de una gran simplicidad y contó además con un plantel de cantantes extraordinario: Montiel/Fabiola Herrera, Domingo, Bros, Cantarero, etc. ¿Por qué meterse con una obra de la que hay una buena producción apenas vista si no se va a mejorar ni escénica ni musicalmente? Lo lógico y sensato, lo humilde en un director de teatro, lo profesional, habría sido reponer a Sagi, pero la ambición a veces pierde al personal.
Tecnología punta
Olmos quiere innovar a base de tecnología de ordenador que proyecta los decorados en grandes pantallas led simulando telas pintadas durante el primer acto, sin que lleguen a mejorar el concepto tradicional, porque el uso de esa tecnología actual no resulta moderno más que durante el cuadro final en el campo abierto bajo las estrellas. Incluso las proyecciones vienen a condicionar la iluminación, a veces pobretona. Correcta sin más la dirección actoral y muy mejorables las prestaciones de la Orquesta de la CAM y Cristóbal Soler.
Gusta la voz timbrada, potente y comunicativa del Vidal de Juan Jesús Ruiz, la clase artística de Cristina Gallardo-Dômas, el buen hacer de Yolanda Auyanet o la entrega de José Manuel Zapata, pero distan de poder equipararse a los citados en las representaciones de hace cinco años. No es cierto que cualquier tiempo pasado fuese mejor, pero sí esta vez respecto a hace tan sólo cinco años. Por eso, ¿por qué, Luisa, por qué?
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