Educación

La mala educación

La Razón
La RazónLa Razón

El terremoto financiero internacional pasará antes o después; en la sociedad española lo duradero será el bajo nivel educativo estimulado por las élites rectoras. Está comprobado empíricamente que una lectura atenta durante cinco años de «The New York Times» y sus suplementos equivale a una graduación universitaria en Humanidades. Aquí el carné del PSOE supone una titulación en ciencias aplicadas por Harvard o el Instituto de Tecnología de Massachussets. No hay más que compulsar los surrealistas currículos de la tropa que Zapatero ha llevado a los ministerios. Cualquier capital del mundo sacaría la alfombra roja para recibir a un millón de jóvenes convocados por el Papa, y en Dublín serían capaces hasta de cerrar los pubs si fuera menester. Encantados de atender al Dalai Lama o a Gadafi, a quien primero lo paseamos de la manita y luego le mandamos cazabombarderos.

El laicismo no es baza de la izquierda y el primero que separó los asuntos del César de los de Dios fue un judío hace 21 siglos. La progresía incombustible está instalada en el antisemitismo propalestino y en el anticatolicismo sistemático. La visita del Papa se financia privadamente y en estos momentos de tribulación deberíamos darle las gracias por pastorear hasta Madrid a esos jóvenes multitudinarios. Si hiere el sucesor de San Pedro, que le consideren como el Jefe de Estado Vaticano. Y opinará lo que deba como lo haría un chino seguidor del Tao. El católico Ramón Jáuregui (Presidencia) constriñe la libertad de expresión del primer teólogo vivo, y todo este guirigay denota el naufragio totalitario de la ESO. Los últimos de la clase nos dan clase. La maestra Ciruela.