Europa

Bruselas

Los holgazanes están en el norte

Angela Merkel ha consolidado durante estos meses de crisis económica –pero sobre todo de crisis política interna y caída de popularidad de su Gobierno– la táctica de achicar el agua hacia el patio europeo.

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Tras los disparos contra Grecia en el primer tramo de la crisis del euro, o contra los países más pronucleares tras el desastre de Fukushima, la canciller volvió esta semana a buscar el cuello de los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) en busca de un blanco fácil para lavar su imagen de cara a los suyos. En un acto de su partido en el estado de Renania del Norte-West-falia, la canciller dijo que «en países como Grecia, España o Portugal no se pueden producir jubilaciones antes que en Alemania», o «no podemos tener una moneda (común) y que unos tengan muchas vacaciones y otros muy pocas».

Con sus palabras, buscó la defensa de una armonización de las jubilaciones que la Comisión Europea considera inapropiada, ya que cada país tiene una realidad demográfica. Pero también agravar la brecha entre el norte y el sur de Europa, lo que le costó la reprimenda de la oposición socialista, que lo tachó de una «tosca» representación de la realidad griega, o «absurda», según los Verdes. El azote de la realidad a su discurso es incluso más severo, porque son los alemanes los que abandonan el mercado laboral antes que los españoles. Según cifras de 2009, las más recientes compiladas por la CE, la media de salida efectiva en el caso español (la legal siempre es ligeramente superior) es de 62,3 años, mientras que en el caso alemán es de 62,2, jubilándose los germanos prácticamente al mismo tiempo, o incluso antes, pero no más tarde como dramatizó Merkel.

Los portugueses también abandonan más tarde el mercado laboral que los alemanes, situándose la media en los 62,6 años (según cifras de 2007). En el caso de Grecia, la media de jubilación efectiva es apenas nueve meses inferior a la de los alemanes. Si la canciller quería criticar a los que abandonan antes de tiempo el mercado laboral buscando las comodidades de la jubilación, debería haber mirado primero a sus vecinos franceses. Aunque no tiene apetito para criticar a Nicolas Sarkozy, la edad media de la jubilación efectiva de sus ciudadanos es de 60 años.

Postura partidista
Más allá de su anclaje en la realidad, las palabras de Merkel –claramente destinadas para consumo interno, tanto de su partido como de los alemanes– quieren continuar la retórica que en países como Finlandia, Austria u Holanda se está extendiendo contra los rescates de los países del Sur, fomentando tópicos de los países mediterráneos, y en general contra algunos pasos de la integración europea. Un malestar que está encrespando la calle de los países periféricos, sobre todo de aquellos que cargan con draconianas condiciones para recibir el dinero de sus vecinos europeos, ya que la ciudadanía está mostrando el hartazgo contra unos planes de rescate que no traen la prosperidad prometida, sino una realidad más dura que los tópicos.