Elecciones Generales 2016
De menos a menos por Alfonso Merlos
Un cero a la izquierda. Es un mal consuelo para los socialistas concluir que su candidato se ha desinflado, que ha perdido pulso a medida que avanzaba la campaña, que su discurso se ha ido deslavazando, que no ha terminado de encontrar su centro de gravedad, que no ha localizado un buen punto de apoyo para hacer palanca contra el Partido Popular. Un mal pretexto porque nada de esto ha ocurrido. Simplemente Rubalcaba ha probado la imposibilidad y la inutilidad de despegarse de la herencia de Zapatero porque la quiebra, la ruina, la decadencia, la involución y los destrozos económicos, sociales y éticos del todavía presidente del Gobierno van también en su oscuro currículum. Y simplemente Rubalcaba ha probado que no siempre quien es un lince medrando sin limpieza o maniobrando entre tinieblas es capaz de conquistar los corazones y las mentes de los ciudadanos en un marco de «fair play», a pecho descubierto. Al contrario. El PSOE ha malversado dos semanas en las que no ha logrado exponer los trazos de su proyecto político para España. Seguramente porque no ha existido ese plan, porque no se ha creído en la garra de la nación y porque no se ha confiado en la fuerza de la política para cambiar un calamitoso estado de cosas. Y, por qué no, porque lo ha apostado casi todo a las malas artes, al engaño, a la destrucción del adversario con tanta impericia que ha terminado con el aspirante Rubalcaba cocido en su propia salsa. Quienes esperaban contemplar la emergencia de la noche a la mañana de un verdadero hombre de Estado se han tenido que conformar con el descubrimiento de un intrépido gacetillero. Es poca cosa. Es triste. Pero menguado, mustio y tormentoso es el legado que deja a los españoles un político cuyo ocaso es cuestión de horas.
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