Consumo
Timbal de macarrones el gran regalo culinario de Isabel de Farnesio
Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, primer rey de la dinastía borbónica española, consiguió manejar bastante bien los delirios de uno de los monarcas más majaretas que hayan conocido los tiempos, y modificó sustancialmente los hábitos culinarios y gastronómicos de sus súbditos.
Nacida en Parma, sentía nostalgia de los platos de su tierra y para satisfacer sus gustos el cardenal Giulio Alberoni se afanaba en conseguirle quesos, trufas en aceite, macarrones, marzolini, ravioli, y un etcétera de productos con los que elaboraba albóndigas aromatizadas a la parmesana, fegato alla veneziana, fuentes de buenas lonchas de mortadela boloñesa, y, sobre todo, el timbal de macarrones, preparación que caló honda y rápidamente en los paladares cortesanos y que no tardó en llegar al pueblo llano de Madrid en su versión más humilde de macarrones con chorizo.
La receta
Ingredientes
500 g de macarrones
250 g de carne picada
25 g de setas
100 g de mantequilla
1 copa de jerez
400 g de tomate natural pelado
Una pizca de nuez moscada
50 g de queso azul
Sal al gusto
Pimienta al gusto
Queso parmesano rallado
Preparación
1-Se pone en una sartén al fuego la mitad de la mantequilla y una vez licuada se sofríe allí la carne picada, luego se le añaden las setas picadas y el jerez. Cuando éste se evapore, se añaden los tomates triturados, se sazona con sal, pimienta y nuez moscada y se deja cocer a fuego moderado durante una media hora.
2-En una cacerola aparte se cuece la pasta con un poco de sal, hasta que quede «al dente». Se escurre bien en un colador y se condimenta con la salsa anterior.
3-Seguidamente, se unta con la mantequilla restante una fuente, se vierte en ella la pasta y el queso azul, se cubre con papel de estaño y se mete al horno durante una media hora.
4-Se saca del horno, se deja reposar durante unos minutos y se vuelca en una fuente para servir, llevando a la mesa en bol aparte el queso parmesano rallado para que cada comensal se sirva y espolvoree a su gusto.
Aporte de proteínas y valor biológico
En España, los primeros testimonios escritos sobre la pasta aparecen en catalán en el «Llivre de Sent Soví», de la segunda década del siglo XIV, lo que hace suponer que al concluir la dominación árabe en la península el consumo de pasta estaba ya muy extendido. Los macarrones que protagonizan este plato aportan energía que capacita para afrontar intensos trabajos neuro-musculares sin fatigar el estómago, el hígado y los intestinos, gracias a su escasísimo contenido en grasa. Además, son ricos en vitamina B1, que equilibra el sistema nervioso, y B2, que favorece la asimilación de los almidones. Por último, sus proteínas vegetales, muy digestibles y libres de sustancias tóxicas permiten sustituir, al menos de vez en cuando, las procedentes de platos cárnicos
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